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Reseña de la presentación de En medio de la vida

Reseña de la presentación de En medio de la vida

"Estoy emocionado".  Así comencé mi intervención, y así podría haberla terminado, y haber seguido pronunciándolo como un mantra durante varias horas después.

Todo empezó hace unos seis meses, cuando, tras grandes dudas sobre si hacer o no esta presentación, decidí solicitar reserva del salón de actos del Centro Cívico Salvador Allende, en el corazón de Montemolín, mi barrio, para enseñar al mundo lo que treinta años de mi relación con la literatura había creado.

Fue Esther, mi mujer, quien hace un poco más de tres años, me planteó esta reunión de obras, ya que se le había ocurrido hacerla a ella para sorprenderme en mi 50 cumpleaños... pero no tenía posibilidades de hacerlo sola, pues todo andaba disperso e incluso escondido.  Me lo desveló y vi la posibilidad de lanzarme a esa aventura, aunque sólo fuera, como ella me planteó, para editar unos pocos ejemplares en edición de lujo que se repartirían a la familia y amigos interesados en mis obras..

Hoy agradezco aquel empeño; hoy.  No ha sido un camino fácil, tanto por las circunstancias personales que he ido atravesando en los últimos años como por las movilizaciones internas que iba soportando con cada empuje, porque por empujes he trabajado hasta llegar al resultado final, con esa compilación (término que me recomendó mi socia Pilar porque no iba a ser una mera trasposición de obras a un fichero inmenso, sino una revisión pulcra y fina de cada una de sus páginas) que contiene catorce obras: siete libros de relatos (cuatro de pura creación literaria y tres ambientados bajo mis experiencias profesionales), cinco novelas (una de ellas autobiográfica), una miscelánea que agrupa obras de teatro, poemarios, canciones, y reseñas, para finalizar con mis artículos sobre gestión de personas publicados en las diferentes revistas impresas y digitales del Grupo RHM de mi buen amigo Raúl Píriz.

He estado a punto de arrojar la toalla antes de llegar aquí, hasta el punto de que incluso me propuse dejar de escribir, mientras cada una de las líneas iba presentándose ante mi comprensión lectora, también asimismo recordadora e interpretadora de los avatares que rodeaban mi vida en ese punto de su creación. Y como en cada momento de la vida nadie somos los mismos que en cada instante del pasado, mis entrañas trasteaban con autonomía descarada por los resortes de la memoria, dejando huellas en dolores y alegrías que dormían en la buhardilla de las experiencias.

Preparando mi intervención, quise que poco de su contenido fuera posterior al 9 de marzo de 2011, porque, sin querer, iba viendo que el acto en sí se estaba convirtiendo en un punto y aparte, en una liberación, quizá, o en un ajuste de cuentas con todos aquellos Jose Antonio’s que he sido alguna vez.  Y hablando de literatura, que es lo propio ahora, incluí párrafos de mis presentaciones anteriores en los que había referencia a mis trampolines para la escritura, esos puentes, puertas o canales hacia el más allá, que me hacían enfrentarme al vacío para llenarlo con algo que naciera de mi deseo creador.  Luego, la mención a mi barrio... inexcusable... mi Macondo concreto y tenaz, tan persistente que me animó a anunciar mis tres nuevos proyectos editoriales, los tres (siete cuentos como historias de amor adolescente, una novela autobiográfica hasta 1975 y una trilogía en un entorno mágico) con referencias explícitas a mis orígenes en este barrio, para el que me lancé a proponer acciones de reinvindicación:

1) Pedir la identificación física del barrio en algún lugar emblemático de la calle de Miguel Servet: placa, monolito o nombre de plaza/calle/callejón/andador.

2) Preparar una entrada en Wikipedia con el título de El barrio de Montemolín.

3) Hacer una quedada con los integrantes del grupo de Facebook "Orgullosos de pertenecer a Montemolín"

¡Qué grandes Berbi y Jaloza!, tan entrañables, tan emotivos, tan llenos de humor blanco, inteligente, irrepetible, que se atrevieron a cantar "Montemolín, patria querida / Montemolín de mis amores".  Y su bautizo a Pilar como "pradesóloga", por su tratado de "pradesología", ese buceo por la tres mil y pico de páginas, con más del centenar de cuentos y decenas de poemas...  Luisa, con su rol de editora, que tampoco puede desligar del de gran escritora que es...  Luis Trébol, enorme, evocador, admirable rapsoda que encandiló con sus lecturas teatralizadas de unos párrafos acertadamente escogidos para dar una visión global de la obra...  Mario, Mario, Mario, el cantautor de los escritores, con su propuesta para el nuevo disco, su voz rota, penetrante, dulce para una nana, y con la compañía de Irene, Irene, Irene, esa voz prodigiosa que canta con las manos.

Más o menos, cien amigos, cien personas amantes de la literatura que me honraron con su compañía y de los que sentí su calor más adentro de los impensable.

Y con el riesgo de dejar en el tintero nombres, aquí van mis agradecimientos colectivos o particulares, con el deseo de dejar constancia de que los quiero:

A mi familia... gracias de corazón a todos y a quienes vinieron de lejos exclusivamente para estar ahí, desde Pamplona y Madrid. A mi nieto Ian. A mi madre y a mi tía Pili, en sus residencias. A mis abuelas, Isidra y especialmente Edmunda, y a mi exmujer Esmeralda, y a mi tío Manolo... desde allí arriba donde están

A mis amigos... los del barrio, los gloriosos veteranos futboleros, los colegas del colegio Juan de Lanuza, vecinos y tertulianos de Cuarte de Huerva, compañeros y amigos del trabajo, colegas escritores y simpatizantes de la Asociación de Escritores, socios entrañables de la Asociación Sedona, a mis profesores, los hermanos Alejandro y Juanjo...

A quienes no han podido estar, otros más de cien que me han hecho llegar su calor desde lugares como Ricla, Alpartir, Sevilla, Segovia, Lérida, Huesca, Roma, Panamá, Canarias, Buenos Aires, Santiago de Chile...

A quienes colaboraron en el evento, personal de Centro Cívico, a Julio, maestro en técnicas audiovisuales, a Juan Carlos, por su misión fotográfica, a Laura, por su prestancia como eficiente azafata, a Raúl, por traerme los libros.

Y a Esther, por estar.

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