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Libro III - Fábulas de Montemolín, Prólogo http://

Libro III - Fábulas de Montemolín, Prólogo  http://

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Esta colección de relatos relacionados (por el ángel extraviado), surgió después de haber leído “Crónicas del Ángel Gris”, otra serie de fábulas que Alejandro Dolina, un polifacético artista porteño, publicó un poco antes de mi llegada a Buenos Aires, en 1993.   En ella descubrí el mundo de Flores, el barrio que vio crecer al autor en su infancia y que se puebla de extraños y entrañables personajes configurando una mitología urbana que hoy es casi un objeto de culto.

Lo escribí a trazos sueltos desde septiembre a diciembre de aquel año, a caballo entre huecos del tiempo de empresa, en la habitación 619 del Hotel Continental, en Diagonal Norte y Maipú, (donde se alojó Antonio Banderas mientras rodó “De amor y de sombras”), y en las mesas de mármol del Café Tortoni, en la española avenida de Mayo, entre partida y partida de billar americano con Leonard Marín, mi acompañante de risas y fatigas en aquellos tres meses de arribada al nuevo mundo. 

Aún guardo los borradores, los esquemas, los apuntes…  Casi todos ellos  —involucrado en el ahorro de costes que se predicaba en mi trabajo— están escritos sobre la cara posterior de unos folios azules que se quedaron en proyecto de comunicado, norma o carta de la empresa.

Añoré Montemolín en aquellos meses.  Quizá si no hubiera salido de mi ciudad, estos relatos nunca se habrían escrito, porque nacieron desde la nostalgia que los sonidos de tango y los recuerdos de los emigrantes me contagiaron sobre mi barrio de origen.

Fueron retazos sueltos que me inspiraba Mandeb (personaje de Crónicas del Ángel Gris) y sus acólitos porteños, un recuerdo de aquí, otro de allá, muchas fantasías y un amor descubierto hacia los pequeños detalles que adornaron mi infancia hasta convertirse en tatuajes imprescindibles que se han fijado en mi corazón…. Tatuajes del recuerdo, con la plaza de Utrillas, el palacio de Larrinaga, las ciénagas de la filla, las vías del tranvía y la tienda de mi padre.

Fábulas… es un libro muy personal, casi autobiográfico, bañado de nostalgia y sabroso en la ingenuidad del protagonista, un niño de doce años que estaba aprendiendo a volar.

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