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...sobre mis obras

Entrevista de Antón Castro 9/4/2024

LETRAS ARAGONESAS. OCIO Y CULTURA

José Antonio Prades: “Montemolín existe y si escribo del barrio es por un acto de amor".

El escritor, que ha residido unos años en Buenos Aires, publica ‘Otoño contigo’, 44 cuentos, y exalta Zaragoza y ese espacio nativo y postergado

Con más de treinta libros de poesía, relato y novela a sus espaldas, José Antonio Prades (Zaragoza, 1961) publica un nuevo volumen de cuentos en papel y edición digital en Amazon, 44, con el que quiere abrir una nueva etapa en su extensa trayectoria: ‘Otoño contigo’, todo un inventario de asuntos, de atmósferas, de hechos y de espacios, que cristalizan en su amor a Zaragoza y en la exaltación del barrio de Montemolín.

¿Desde cuándo escribe cuentos?

Por poner un momento concreto, en 1977, con un relato de denuncia medioambiental gané un concurso de redacción en el colegio que, unido al impulso que me daban los profesores de Literatura, conseguí el convencimiento de que podía escribir algo más. Y, ya con consciencia de querer escribirlos como acto creativo, fue en 1982, con veinte años, cuando terminé mi primer relato, ‘Rosa Roja’, una alegoría sobre las dictaduras. Desde entonces, he ido combinando todos los géneros, pero me he sentido especialmente atraído por la narrativa breve.

¿Cómo se plantea el cuento? ¿ Le preocupan la concisión, la sorpresa final, la atmósfera? ¿Es usted de teorías o más intuitivo?

Un relato breve debe ser muy específico en esas tres condiciones, aunque no siempre son imprescindibles, ya que creo que es necesario que el autor trabaje con perspectivas diferentes. Para conseguir impacto, he buscado giros argumentales en el cuerpo de la narración, pero sobre todo en el final, que varias veces he dejado abierto para que provoque dudas y apertura de interpretaciones. Considero fundamental que la creación literaria provoque algo más que entretenimiento, que ayude a pensar y a cuestionar distintos aspectos como la sociedad, el poder, el crecimiento interior, las relaciones personales…

¿Cuál es la pequeña o gran historia de este libro? Concentra una buena porción de su narrativa breve, desde 1982, como decía, hasta 2022.

Estoy en una época de revisión y cambio, por lo que he querido despedir a la anterior y recibir la nueva con esa reunión de relatos, una selección propia de entre los 170 que he publicado. Hay 44 relatos, 22 de despedida y otros 22, inéditos en libros, de bienvenida. Estos números tan curiosos no los elegí adrede, surgieron sin premeditación y me resultó muy chocante. Hasta ahora he publicado nueve libros de relatos individuales más cinco colectivos dentro del grupo 3d3, y tres recopilaciones propias. Otra vez los números… Me atrae la numerología y la he aplicado habitualmente en mis creaciones.

"A los 32 años, salí hacia Buenos Aires por trabajo, estuve inicialmente tres meses sin familia, con compañeros recién conocidos y así me llené de nostalgia. Buenos Aires es un lugar ideal para sentir nostalgia de España, y escribí de memoria y de sopetón ‘Fábulas de Montemolín’"

Vayamos con el título: ‘Otoño contigo’...

Se titula ‘Otoño contigo’ por la connotación de los dos términos por separado. ‘Otoño’ es por mi momento vital y por esa visión especialmente romántica, a veces melancólica de esa estación. La naturaleza siempre supone una metáfora, quizá un aprendizaje para entender nuestra evolución existencial. Y ‘contigo’ trae esa referencia de diálogo y cercanía con quien lo reciba, es una llamada directa sobre lo que considero mi forma de narrar de intimidad a intimidad. La unión es entonces mi ofrecimiento en el presente para que estemos en compañía, esta vez por medio de la lectura.

Hablemos de asuntos, de argumentos. Le interesa un poco todo: la vida cotidiana, el asombro, el deporte, la fantasía, las vidas inadvertidas y humildes...

He tocado muchos temas y con enfoques variados. Me introduzco en mundos cotidianos, sí, de personajes sencillos a quienes ocurren hechos anormales, que pueden ir desde un hechizo hasta un partido de fútbol. He trabajado bastante con el realismo mágico llevándolo a más extremo, como si fuera un expresionismo o naturalismo sobrenatural o prodigioso. También, por mi profesión, he buceado en temáticas de empresa, de gestión de personas, de liderazgo, tanto desde un punto de vista técnico como de ambientación de las historias. De todas formas, pienso que no es tan importante lo que cuentas, sino cómo lo cuentas. Me interesa menos la historia, sin hablar de minusvalorarla, que los personajes. He querido enfocar la creación desde la posición de los seres humanos frente a sus circunstancias y no al contrario.

¿Cómo elige los escenarios?

Podría decirse que la elección responde a cada necesidad de los personajes y del entorno más adecuado para lo que quiero contar, nunca han tenido prioridad en la planificación del argumento. Tiendo más a la profundidad psicológica que a la descripción de ambientes. Pero hay un hecho curioso. En mi primera etapa creativa, renuncié expresamente a ubicar la acción en algún lugar conocido, no hacía mención a sitios concretos y así aparecía habitualmente algún tono mágico con el que empecé a familiarizarme, como ocurrió en esa primera trilogía de ‘Un amigo te guarda’, que transcurre en un país alegórico con personificación de las flores, o en ‘Don Manuel’, con un bosque como retiro de un apóstol, o en ‘La Casa Digna’, donde se atisba una dictadura latinoamericana. Más tarde, me centré en mi barrio, en Montemolín, al que añoré en mi periplo porteño, adjudicándole incluso el carácter de territorio mítico, al modo de Macondo por García Márquez, Comala por Juan Rulfo, Dublín por James Joyce o el barrio del Carmelo por Juan Marsé, para ampliar después el ámbito hasta Zaragoza completa, con referencias concretas y declaración amorosa.

Una imagen, ante los descampados, del palacio de Larrinaga, donde jugaba de niño José Antonio Prades.
Una imagen, ante los descampados, del palacio de Larrinaga, donde jugaba de niño José Antonio Prades.ARCHIVO PRADES.

Ya son bastantes los narradores de Montemolín: Gabriel García Badell, Rodolfo Notivol, Olga Bernad, José Giménez Corbatón, Jorge Sanz Barajas y, entre algunos otros, usted que lleva el barrio por bandera.

Sí. Por ejemplo, en mi última novela publicada, ‘Nadine, l’amour’, el protagonista recorre literalmente de norte a sur la ciudad, justo en el sentido complementario al que hizo Gabriel García Badell con su ‘De Las Armas a Montemolín’, de oeste a este, y recreo tres lugares míticos que Zaragoza ofrece a los enamorados: el palacio de Larrinaga en mi barrio, la torre del Trovador en La Aljafería, y la fuente de la Princesa, en el Parque Grande José Antonio Labordeta. Tengo una novela inédita, que espero publicar este año, con tintes de autoficción, que he ambientado en Buenos Aires, Madrid y Zaragoza, mis tres lugares de residencia, y aquí muevo a los personajes por lugares arquetípicos de la ciudad: el templo del Pilar, la plaza de Los Sitios, el paseo de Las Damas…

"Recreo tres lugares míticos que Zaragoza ofrece a los enamorados: el palacio de Larrinaga en mi barrio, la torre del Trovador en La Aljafería, y la fuente de la Princesa, en el Parque Grande José Antonio Labordeta"

Entre los personajes hay un poco de todo en cuanto a oficios y personalidad. ¿Los sueña, se los dicta la realidad?

Estoy seguro de que antes de ponerme a escribir su historia, los personajes, que tienen vida previa, por supuesto, se han puesto en contacto conmigo, no sé si en sueño lúcido o subconsciente, pero desde luego que involuntario, no inicio su búsqueda, a veces hasta me muestran su aspecto físico a lo largo de su vida. Yo creo que es algo así como ‘mediúmnidad’, que los personajes viven en su mundo invisible y cuando quieren que conozcamos lo que desean contarnos, se incorporan en el cerebro y en el alma de quienes escribimos y no paran de insistir hasta que les hacemos caso.

¿Quiénes son sus personajes favoritos?

Es difícil de elegir entre tus hijos o nietos. He trabajado con personajes que son mis ‘alter ego’, más o menos fieles o afines a mi deambular, más o menos modificados para hacerme vivir otras vidas en esta. También he trabajado con personajes que son calco de personas cercanas a mí, que he sentido, o siento muy cerca, o con las que he convivido y resaltan por alguna característica individual o aventura vivida. Diría que ‘La rosa roja’ o ‘La princesa blanca’, mis dos primeros cuentos que se titulan como las protagonistas, son los personajes que revivo con más cariño, pero ahora mismo me llega la imagen de Cat, que es el espíritu de esa novela inédita, junto a sus ‘partenaires’, Bern y Yul, que se crean una historia conjunta al modo de los tríos protagonistas de ‘Jules et Jim’, ‘Epílogo’ o ‘Dos hombres y un destino’.

¿Qué le da Zaragoza como escenario, y especialmente Montemolín?

En mis años de adolescencia y juventud, por un sentimiento de cierta superioridad, no quería ser un chico de barrio, aspiraba a volar y volar con aires de importancia y ambición. A los 32 años, salí hacia Buenos Aires por trabajo, estuve inicialmente tres meses sin familia, con compañeros recién conocidos y así me llené de nostalgia. Buenos Aires es un lugar ideal para sentir nostalgia de España, y escribí de memoria y de sopetón ‘Fábulas de Montemolín’. Eso me sirvió para reflexionar sobre aquel desapego ciertamente soberbio, y me avergoncé tanto, que creo que más de dos tercios de mi creación posterior están ubicados o inspirados en mi barrio o en mi ciudad. En la novela citada, nombro setenta dos veces ‘Zaragoza’ (aún la tengo que corregir), quizá como penitencia o acto de contrición, pero me siento bien, no es dolor, sino agradecimiento.

Montemolín ya se ha convertido casi en una obsesión.

Sí. Buena parte de mi tiempo lo estoy dedicando a que se haga evidente su existencia, que nos lo quieren subsumir entre Las Fuentes y San José, y no. Esos dos barrios son muy queridos también para mí, por cosas del fútbol y de mis novias, pero Montemolín existe y espero dejar constancia con mi humilde aportación. Puede decirse que es un acto de amor.

José Antonio Prades, con sombrero, con su familia en el barrio de Montemolín.
José Antonio Prades, con sombrero, con su familia en el barrio de Montemolín.ARCHIVO FAMILIAR PRADES.
Antón Castro
Antón Castro REDACTOR DE CULTURA DE HERALDO DE ARAGÓN

Antón Castro (Arteixo, A Coruña, 1959) se formó en ‘El Día de Aragón’ y ‘El Periódico de Aragón’. Desde 2001 trabaja en HERALDO en la sección de Cultura y en la web. Coordina el suplemento ‘Artes & Letras’ desde 2002. Y en 2013 recibió el Premio Nacional de Periodismo Cultural.

Epílogo de "Otoño contigo"

Epílogo de "Otoño contigo"

Hasta aquí llega Otoño contigo, selección de relatos como seres de otros mundos, que presenta ese título con aroma a petricor, color amarillo y dulce preámbulo para la época más cálida de la existencia en este mundo.

En 2011, cumplidos los 50 años de vida, recogí mi obra literaria en una compilación que titulé En medio de la vida, nacida de una catarsis. Han pasado doce años, unidad de un reloj, de un año y de las leyes mágicas del universo.

Hace tiempo que vengo en transición (diferente de la catarsis) y ya termina. Llegamos a ser otros, quizá otros más, cuando vamos cruzando los puentes.

Estas has sido las colecciones de relatos publicadas:

  • Arañazos
  • Epistolario de un oficinista (selección)
  • El juego de las sillas
  • Cuentos de Luz
  • Fábulas de Montemolín
  • Qué cosas tienes, Ceferino
  • Inútiles directivos
  • Mujeres que llenan mis noches
  • No es cierto que las madres son maravillosas (selección)
  • Hemistiquios
  • Nada es como tu nombre
  • Evangelios mágicos (selección)
  • Amando a mares (selección)

En total han sido más de ciento setenta relatos en cuarenta y dos años, de diferentes temáticas, extensiones y técnicas narrativas, es decir, eclécticos, tal como he calificado mi estilo cuando me han preguntado.  Podría ser también variado, diverso o heterogéneo.  He deseado desde mis primeros escritos repetirme lo menos posible y así fueron surgiendo con esos estilos diferentes, e incluso pretendidamente originales, con las que contar mis imaginaciones y mis intuiciones, ingredientes en la marmita que Juan Rulfo asigna a la creatividad (junto con la voluntad, el trabajo y el esfuerzo).

Me he ocupado, no mucho tiempo, en hallar en lo escrito una división por etapas, y lo he conseguido, salpicado de cierto escepticismo… pero he descubierto algunos hitos que podrían marcar también un giro, cambio o revolución en mi contenido literario.  La incluyo en el prólogo y la transcribo aquí:

“la más antigua recorrería los años de 1981, fecha del primer relato, a 1994, año en que viajé a Argentina; la central, que ocuparía el período hasta 2011, cuando decidí hacer la recopilación En medio de la vida; y la tercera desde ese año hasta 2023.”

Trece, diecisiete y doce para cada una de ellas, respectivamente.  

Ciertamente, este año que está concluyendo ha supuesto, por varias razones, una evolución vital, más allá de la literaria, pero, por tanto, también literaria.  Guardo tres poemarios y una novela en el cajón, que han ido naciendo desde principios de 2022 a estas fechas.  Serán las obras de paso, y así entro en esa cuarta etapa incierta, pero atractiva; el mundo sigue, nunca se detiene, y juego con ventaja, porque lo sé.

 

José Antonio Prades

8 de noviembre de 2023

Prólogo de "Otoño contigo"

Prólogo de "Otoño contigo"

Según la numerología, el 22 es un número maestro. Se asocia con la capacidad de traer los conceptos espirituales a planos concretos, incluso de convertir los sueños en realidad.  Este libro, por alguna razón causal, es decir, sin premeditación, repite por dos veces ese número.  Son 22 los relatos que he escogido de mi obra impresa para brindártelos en unión, y 22 también son los inéditos que incluyo en la segunda parte de esta selección titulada Otoño contigo.

La tercera estación del año es la del colorido, y para la metáfora en la vida es la del asentamiento.  Desde ahí, he vuelto a mis relatos para ir a tu lado con estas creaciones escogidas, que buscaron en su día recrear un mundo de lectura dentro de este mundo de locos.  Hoy repiten intención con distintos compañeros, que son influencia para impulsarse de formas diferentes y llegar a distinto público, quizá como tú.

En el índice al final de libro, podrás comprobar los años de creación y las obras que los acogieron. El más veterano nació en 1982, cuando cumplí esa edad mágica de 21 años, cuando me incorporé al mercado laboral y cuando soñé que jugaba el Mundial de fútbol que se celebraba en España. Fue entonces el momento en que había recorrido el tercio de los años que ahora tengo, nada más y nada menos que un camino de vida, acompañado de avatares y corazones para llegar a comprender cuál es la misión que elegí: estar aquí contigo, en el otoño, con lo creado gracias a las capacidades obtenidas para ofrecértelo con el deseo de que disfrutes y adivines los entresijos que en la mayoría de las ocasiones ni yo mismo he sabido encontrar.  Pero están, seguro.

Desde Arañazos hasta Nada es como tu nombre, sobrevolando varias colecciones de relatos, esta selección se adentra en cada una de mis ciclos y deseos de influencia o comunicación.  Establezco la selección desde tres etapas; la más antigua recorrería los años de 1981, fecha del primer relato, a 1994, año en que viajé a Argentina; la central, que ocuparía el período hasta 2011, cuando decidí hacer la recopilación En medio de la vida; y la tercera desde ese año hasta 2023.

Los inéditos van aquí para darles casa, ya que no aseguro que la puedan tener después y no quiero dejar a ninguno atrapado en mis archivos.

Quiero reiterar aquel cometido desde hoy mismo, más lleno de experiencia, de alegrías y sinsabores que me han movido por la dualidad de la vida, ahora que ya he aprendido que no hay buenos ni malos, ni derechas ni izquierdas, ni dioses ni diablos, sino resortes que estimulan el camino para no desviarte de la ruta hacia el amor.

Camarada, colega, avancemos juntos. No importa la meta, es el camino.

 

José Antonio Prades

 A 9 de noviembre de 2023

Párrafos de Nadine, l'amour

Párrafos de Nadine, l'amour

Me arrebataron mi libertad y aquello quizá fue lo peor que me ha tocado vivir. Gracias a Dios, si en París aprendí a llorar y curarme del desamor, en mil novecientos ochenta, en Irlanda recobré el dorado rincón donde saludar al cielo sobre aquellas verdes praderas entre azules y grisáceos paisajes, donde pasaba las tardes enteras paseando con un libro en las manos, para terminar sentada sobre el impermeable en lo alto del camino divisando el mar, quince años después. 

***

Una poderosa carga de sensualidad atrae hacia mí lo más lujoso. La gente habla mucho del sexo, del morbo, de lo erótico y algunos se atreven a hablar de la sensualidad. Me río en su cara, porque son deseos que tienen como si fuesen animales irracionales. La sensualidad empieza por uno mismo y se prolonga horas e incluso días intensamente y jamás desaparece. Se percibe a través de los sentidos, de todos los sentidos conocidos y algunos más. No tiene verjas ni muros infranqueables, llega hasta el límite del infinito, al menos para mí. La conocí muy joven y he aprendido a acrecentarla. La sensualidad está en todo, desde el primer paso con el que amaneces en el suelo, un pie desnudo que te trae un escalofrío apasionante de deseo hacia no sé qué parte alta de tu cuerpo, pasando por una barra de labios y una sonrisa ante las cosquillas que el vaporizador de tu perfume favorito hace vibrar en tu pecho; está en introducir la llave con dulzura en la cerradura de la puerta del despacho, en levantar las persianas para que se ilumine la estancia; en la sonrisa de tus manos cuando bebes acariciando la copa; en la caricia a una muñeca de trapo en la estantería de la sección de juguetes, en el tacto de la tapa suave de ese libro que compras y huele a tinta; en la mirada de la noche cuando llegas a casa y enciendes las velas para darte un largo y cálido baño, en la esencia del detalle cuidado; en la paciencia, en la danza, en el vestido suave, incluso en el vientre del cemento: la Tierra. 

No quiero aprender a vivir como tú, es imposible. Quiero aprender a sentir como tú, que es una forma de vida, pero para vivir como tú se necesita ser como tú, con tu pasado, con tus circunstancias, con tu cuerpo, con tu alma. Quiero aprender a leer tus detalles, a mirar y ver, a tocar y sentir, a no pensar en pasados ni futuros cuando miras un velero. Quiero aprender a recordar como recuerdas tú, con sensaciones que sobrepasan la memoria, con tu mirada lúcida. 

***

Solo si vas sin nada eres capaz de sentir gusanitos en tu vientre. Sentir que el metrónomo de tu corazón se acelera hasta vivir sin más hora que la existente fuera del reloj de aquellos "tiempos modernos" que un cómico genial dejó para los que viven el primer segundo en el sonido de una gota de agua.  

Yo también te quiero, David, pero ¿estás seguro de que puedes entenderme? ¿Quieres seguir? Carpe diem, los poetas muertos, ¿no volverás a tener miedo?, ¿podrás volar sobre mis alas?  

¿Estás seguro de amarme?  

*** 

Hace años, una amiga me dijo que estaba hecho de algodón.

***

Una amapola azul emana incienso 

bajo la tentación de los frutos 

sobre la ultratumba, 

donde Babel suplica 

que no hurtemos de la vida 

el amor de los mortales. 

Tus alas cubren mi sombra 

en el camino del álamo  

y siento dolor en la espina, 

olor a mi propia sangre 

que se ahoga en mi desmayo 

bajo tu manto de ángel. 

Son mis alas 

que brotan del tuétano, 

y me elevan, redimida,  

sobre el crepúsculo de los huesos. 

 

***

 

El viento puede ser la magia  

donde la realidad semeja irreal  

y la luz se convierte en nube. 

 

Busco palabras para subirme al viento,  

pero como ya será magia,  

me obliga a unirme a ti una y otra vez como la orquídea a la tierra,  

aunque la fingida placidez,  

la traidora calma del pasado que se ancla hoy en los miedos y en las rutinas 

te lleve de regreso al penal del desamor. 

 

Y me uno a ti porque el amor es invencible,  

como la pura esencia de los dioses,  

la que llevas dentro  

para entender que tu libertad mira hacia los valles de la ventura,  

donde me he alojado para esperarte  

como a un rayo que ilumine de golpe las quimeras,  

y que solo brilla cuando te has cambiado de ropa y sonríes al mundo. 

 

Ninfa mágica,  

musa de la armonía, 

carisma de los mortales que acarician la muerte  

hasta dominarla en un ritual de vida, 

tanta savia como inunda tu cuerpo cuando la unión está cerca, 

tanta humedad suculenta que nace de la presencia,  

de la presencia. 

 

Los tactos de los cuerpos enteros, 

las vibraciones del deseo en los instantes, 

cada momento de fuerza como caballo desbocado, 

y tú buscándome como amada, 

como quien ama, 

oculta en la penumbra del miedo, 

aparecida en el mundo tras entornar la puerta de la farsa. 

Ciérrala contigo fuera, 

arroja la llave al foso incandescente de Mordor, 

gira sin volver atrás 

...sin volver atrás, 

y arrójate dulce y tierna en el amparo del sentimiento. 

Reseña de Nadine, l'amour - Sophi Kara

Reseña de Nadine, l'amour - Sophi Kara

La lectura de “Nadine L´Amour” es un placer poco usual. No recuerdo haber disfrutado tanto de un Canto al Amor tan sincero y exquisito como el que nos propone José Antonio Prades en su última novela.

Cautivadora, sensible, emocionante…, a través del género epistolar José Antonio nos introduce de forma delicada e intimista en la historia de Nadine y David.  Salpicada con muchísimas y variadas referencias literarias, musicales, cinematográficas, pictóricas, asistimos a una historia con un escenario cultural prolífico y variado, a su vez localizado en el escenario de una ciudad emblemática y mágica como lo es Zaragoza. Los que la conocen somos invitados a volver a pasear por sus calles, plazas, parques, a recrear el ambiente de sus locales, hoteles, templos, teatros..., despertar incluso memorias de adolescencia, vivencias siempre felizmente añoradas. Para quiénes no tienen la suerte de conocerla, seguro que esta lectura les incita a visitarla y sin remedio, enamorarse del encanto que desprende. 

Romanticismo y sensualidad, erótica y sensibilidad, poesía e inocencia en todo su esplendor, espiritualidad perfectamente engarzada con lo cotidiano, lo tangible. Todo es posible cuando la delicadeza se alía a la pasión, a ese anhelo incontenible de belleza que a todos nos anima y que en José Antonio se ha revelado magistralmente en esta novela cautivadora e imprescindible para todos aquellos que estamos enamorados del Amor.

Nadine, l'amour. La novela

Nadine, l'amour. La novela

Mañana presentamos Nadine, l’amour, una novela muy especial en la que he participado como coautor.  Somos dos autores, hombre y mujer.  Ella quiere permanecer en el anonimato. 

Comenzamos a escribirla casi en broma, con unas salidas de tono intercambiadas por correo electrónico, a ver quién de los dos podía ser más romántico.  Corría el año 2004, y desde entonces hasta 2018, fueron surgiendo paso a paso, con etapas prolíficas y etapas en silencio, unos textos que iban configurando una historia de amor, la mayor jamás contada, según dice Nadine en el propio texto de la novela.  Por motivos diversos, la historia quedó inconclusa, pidiendo a gritos salir del abandono.  En el confinamiento de 2020, me surgió el impulso de reanudarla.  La completé en cuatro meses en un trabajo precioso de organizar, recortar, ampliar y finalizar la novela, tal como ahora la puedes leer.  

La intención de ambos no fue más que la de divertirnos en un juego competitivo de embelesamiento romántico.  Pero no se quedó ahí, porque ambos, con nuestras historias a cuestas, trabajamos esos personajes de Nadine y David para darles más consistencia que la de meros amantes que transitan por un enamoramiento enardecido que quieren comunicar al mundo.

David y Nadine son dos personajes de carne y hueso, de cuerpo y alma, con espíritu y corazón, que se alargan por la vida como ha podido hacer cualquiera de nosotros, mientras, en su caso, un amor de pareja permanece latente, surge y resurge a lo largo de los años.

A modo de presentación en el blog, añado aquí la sinopsis, que te dará un preludio de lo que encontrarás cuando abras sus páginas:

“Me gustaría escribir nuestra historia de amor y que traspase los límites mortales de nuestro tiempo”, le dice Nadine a David.  Ambos vivirán una historia apasionada desde 1976 a 2020, y nos regalan con ella su visión poética del amor y de la vida.

Nadine es pianista, modelo y empresaria a lo largo del tiempo que recorre la novela.  David se convierte en un directivo de éxito que se debate entre el amor a Nadine y su carrera profesional.  Corazones sensibles habitan en sus cuerpos, corazones que les llevan a disfrutar del cine, de la música y de la literatura, a crear con poesía una historia de amor perpetuo e inquebrantable que les impone sacrificios y renuncias, desidias, traiciones y desencantos que se funden en armonía para llenarnos de ternura y sensibilidad.

Nadine nos cuenta la relación con sus padres, idílica; con su marido, maltratador, a quien sabe enfrentarse con valentía y nobleza; su paso por el mundo de la moda; su pasión por la música..  David relata su soledad, envuelta por la mentira del triunfo profesional, sus tormentosas relaciones amorosas, sus escapadas, la reflexión y la búsqueda, de nuevo, de Nadine.

Dos mansiones para el cobijo del amor, viajes a París y Dublín, a monasterios templarios, a castillos medievales, consultas a nigromantes, premoniciones que se cumplen al pie de la letra, lágrimas y dolor, erotismo y sensualidad... un recorrido por lugares emblemáticos del amor en Zaragoza, su ciudad de origen, donde todo nació y termina... con un final exquisitamente tierno, bello, en el que Nadine ha cumplido sus sueños de princesa junto a su amor eterno.

“Nadine, l’amour” es una novela para quien está o quiere estar enamorado, que nos presenta la intimidad emocional y sensual de una pareja que se busca, se encuentra, se separa y se une a lo largo de toda una vida, que nos da un testimonio del interior de cada miembro de la pareja y nos muestra lo movedizo y entrañable que pueden ser el recuerdo, el sexo o el amor.

Frases y párrafos seleccionados de Nada es como tu nombre

Frases y párrafos seleccionados de Nada es como tu nombre
  • Entonces la hice Cleopatra y comenzó a suicidarse poco a poco.
  • Solamente he tenido amantes imberbes.  Imberbes por inmaduros, locos de corazón, o ni siquiera locos, más bien idos o dominados por la turbia querencia de poseerme.
  • Tantos penes he tenido...  cientos, no llevo muescas como aquel Ricardo, pero supero las tres cifras en mi currículum libidinoso.  ¿Habré sido ninfómana?  ¿Lo soy todavía?  Confieso que renuncio al sexo, ya lo he agotado.  El horizonte de la ternura se ha quedado lejos, no lo he sabido alcanzar por los caminos de los besos obscenos, las pieles transpiradas, los jugos expandidos y orgasmos, orgasmos, orgasmos como alaridos de una entraña sangrante.  Penes, labios, nalgas, dedos, lenguas, flujo, saliva, semen y ellos, hombres sin nombre, rostros insulsos, siempre bellos, perfectos como yo porque mi artificio se anclaba en la búsqueda del alma gemela por la belleza, así me engañaba mi ego mientras mi alma quería llenarse de esencias equivocadas.  No existe el amor.  No existe.
  • Estaba vaciándose, arrojando sus deshechos envueltos en detritus emocionales de cada una de sus novelas anteriores, de cada uno de sus amantes utilizados, de cada uno de sus viajes interiores hacia la oscuridad. 
  • Las hechiceras del amor eterno no siempre son afables, aplican métodos que llegan a desanimar a los amantes, incluso a veces juegan con las debilidades del corazón para enseñar lecciones inesperadas.  ¡Qué crueles a veces!  Sus pócimas y encantamientos pueden atravesar la piel y alojarse en ese lugar donde no es posible alcanzar el discernimiento, y llegas a sentir dolor y pasión, tristeza y alborozo, pena y deleite, con segundos de pausa en el vacío.  Sortilegios, así es.
  • Esas hechiceras del amor eterno pueden llevarte hasta la sugestión.  Pueden hacerte pasar el dintel de la mentira, de la ofuscación o de la impostura.  Te creerás que es la verdad, que tus sentidos reciben aromas y sonidos que adornan tu camino.  Pero, ¿tienes la seguridad de que estás viviendo fuera de la cueva?  ¿No le dices a Platón que te lo explique?  Ellos dos han tardado miles de días, o de años, en darse cuenta de qué resorte les abre la puerta de esos espacios ocultos donde se acariciaban tal como soñaron en sueños de noches alegres.
  • La vida te oculta tantas cosas, nos llenamos de esas corazas porque no entendemos que el daño, si lo acaricias y lo comprendes, no regresa.  Pero ¿quién es capaz de amar el dolor para que se diluya y desaparezca?
  • Mi padre es valiente y silencioso; dicen que me parezco a él, pero no creo que precisamente lo sea por estos rasgos.  Mi padre también cree en la magia, de lo que me he enterado hace poco y ese descubrimiento me lleva a escribir estas páginas.  Mi padre merodea ahora por la antesala del limbo, esperando a la muerte, como si ya supiera el momento de la cita en el que ascienda, exento de equipaje y libre de pecados, al lugar que me ha descrito tan lúcidamente.
  • Mi madre se ancló en mi memoria amorosamente, como una mujer de muy pocas palabras, de muy pocas caricias y de un enorme cuidado con todos los seres de su alrededor.
  • Los dolores emocionales se hacen quistes en la transmisión de las sensaciones.  Colocarte frente al espejo puede provocar una catarsis, no cuando valoras tu peinado, tu piel o tu ropa, sino cuando allí detrás del cristal empiezas a buscar tu alma, y cuando la encuentras, para ver cómo está, y cuando te entiendes, para intuir su esencia. 
  • A los dieciséis años, en aquella sociedad cerrada, oscura, repleta de símbolos militares que te marcaban disciplinas y adhesiones forzadas, te queda poco espacio para sentir y pensar.  Es su estrategia para mantenerte el espíritu encarcelado, al que no logran dominar porque sólo pueden esclavizar la mente.
  • Y me siento como una piedra rota que busca el corazón entre sus despojos, que no son sino otras piedras de las que nacerán otras piedras hasta que seamos capaces de entender que todo es dolor, y piedra, y frío, porque no hemos sabido encontrar el amor. ¿Cómo puedo llegar allí?
  • ¡Mi piel se hará de llagas, se deshará en polvo enamorado para suplicarte.   El dolor es la muerte, me corroe hasta diluirme y me salva el recuerdo de tus besos o de un simple aleteo de tus cabellos.
  • El enamoramiento, así vivido, es el ingrediente de felicidad más intensa que puede disfrutar un ser humano.
  • Somos entes en busca del amor. Y de ahí ese errar a ciegas para encontrar a quien nos proporcione el hallazgo, a veces encontronazo.
  • Por eso también se sufre en el enamoramiento.  ¡Y cómo se sufre!  Sobre todo cuando aún no has alcanzado la comprensión de que tu enamorado no está solamente para llenarte de idilio y asentimiento, sino para compartir ensayos que vivimos con dolor y rendir así el examen que nos habíamos impuesto.
  • Me lo quiero contar a mí misma.  Quiero ese recorrido de memoria por mi médula.  Revivir los pasajes conscientemente desde el amor y el aprendizaje antes que por el miedo y el padecimiento.  Y no reniego de ellos.  
  • En el mundo físico, tu fortaleza mental era capaz de sobreponerse a las emociones y sabías desplegar tu ternura innata para acogerme, pero esa incomprensión que no me permitía mirar a la muerte a la cara era tu espejo para reflejar el apagón espiritual en el que aún andaba tu alma y, en cambio, mi luz en el otro plano me permitía acompañarte en esa desorientación.  Fuimos faro el uno del otro para acompañarnos en la ruta que habíamos pactado.

Reseña de Nada es como tu nombre en Heraldo, por José María Ariño

Reseña de Nada es como tu nombre en Heraldo, por José María Ariño

Los laberintos del amor

               Leer el último libro de relatos de José Antonio Prades es sumergirse en los oscuros laberintos del amor, en los vericuetos más profundos e inefables de unos sentimientos que son la expresión de otras realidades y que nos reconcilian con lo universal. Todo esto   y mucho más puede encontrar el lector en Nada es como tu nombre, último libro del escritor zaragozano, publicado recientemente con el subtítulo Cuentos inauditos de amor y enamorados. Porque es precisamente el amor el hilo conductor de siete relatos que conforman un entramado casi mágico y nos transportan al ámbito oculto de la espiritualidad y a las esferas más ocultas de la pasión y sus manifestaciones.

               Desde el primer relato hasta el último la prosa de José Antonio se desliza suave, cadenciosa, sugerente y es como un hechizo que cautiva por su sensibilidad y su aliento poético. Como un caleidoscopio sentimental, desfilan ante el lector toda una gama de sensaciones: ternura, sensualidad, pasión, idolatría, grandeza, apego y luz, esa luz interior que ilumina los sentimientos y da vida a los recuerdos más íntimos. El relato El Zayn –punto del Universo que aglutina todos los amores del mundo– anticipa las claves de los demás: los desgarros del amor y el desamor, la evocación de los sentimientos y vivencias de la infancia y juventud, el halo espiritual y esotérico, la influencia de Borges y el peso de los recuerdos de la Zaragoza de los años de la transición, desdibujados por el paso del tiempo. Precisamente la zayn o zayin es la séptima letra del alfabeto hebreo y se representa con el número siete, un número mágico y uno de los símbolos preferidos por el autor.

               La huella de Borges con su cuento El Aleph está presente en El Zayn en los amores convulsos de Lola, mujer decidida y conquistadora, cual un donjuán femenino, y personifica a la inolvidable Beatriz Viterbo, que cautivó al escritor argentino. El género epistolar y la alternancia de puntos de vista entretejen el primer relato cual un tapiz en el que confluyen alusiones literarias, evocaciones de la infancia y experiencias amorosas truncadas. Se descubren        nuevas formas de amar en Alquimia de Amor, un relato que comienza en esa “guarida de sensaciones de la Ciudad Jardín y que trenza una relación en la que los protagonistas salen de la caverna de Platón y comparten sentimientos de dolor, traición y esperanza. Los recovecos más íntimos del amor brotan del corazón de Ramón en La casa de la india, donde su relación con Rosario va más allá del encuentro sexual en un burdel. El respeto al cuerpo de la mujer, en la línea hinduista del sexo tántrico, se alía con la espiritualidad.

               El protagonismo de las mujeres es un aspecto importante en los relatos de José Antonio Prades. Así, en La otra y yo, la protagonista se desnuda interiormente y confiesa con un desdoble de personalidad su conflicto amoroso entre su padre y Darío. Las palabras de Ángela, otra de las grandes mujeres, que plasma el autor en Amores largos, uno de los mejores relatos del libro, abren un inquietante horizonte para la reflexión, la memoria, el recuerdo, la vida de la pareja y las vivencias de los padres en una época difícil: “Ángela me hizo ver que quizás nada es lo que parece y precisamente lo que no parece es la realidad”. Una realidad que se transforma en alegoría en La vida en siete, con ese simbolismo inquietante y reiterativo, y que se encarna de manera real y como eco autobiográfico en Esther cuenta, relato inquietante en el que, cual un amor quevedesco más allá de la muerte, la amada conversa con el amor de su vida desde la otra orilla y desafía a la dama del alba con serenidad y sin miedo.

               Nada es como tu nombre es un tesoro de relatos para disfrutar, reflexionar y descubrir nuevos senderos del amor, nuevas experiencias, nuevos reencuentros. Porque la vida es como un laberinto en el que el azar juega un papel esencial y el amor deja una huella profunda cual mensajero de los dioses.