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Nombramientos

En días pasados, Rodríguez ha nombrado tres nuevos ministros en asuntos tales como Economía y Hacienda, Políticas Territoriales y Sanidad con Políticas Sociales:  Elena Salgado, Manuel Chaves y Trinidad Jiménez.  Se ha abierto un debate muy discutidor sobre la idoneidad de estas personas para ocupar los cargos mencionados….

Sin entrar a fondo en sistemáticas de selección de los grandes responsables de nuestra política, en esa ardua disputa, mezclada con intereses partidistas y “palos” al gobierno, destaca un argumento que casa con la gestión de asuntos directivos dentro de la definición de perfiles para la selección del elegido entre los aspirantes a una vacante: ¿más técnico o más gestor?

Entiendo el calificativo de ‘técnico’ para un perfil, cuando el mayor valor exigido es la experiencia abundante, variada y profunda sobre el contenido de la vacante.  Es decir, que se salta el nombre Ministro, Secretario, Director, Jefe… para centrarse más en el apellido: Sanidad, Economía, Cultura, Contabilidad. 

Y el calificativo de gestión para un perfil se entiende cuando se asigna más luz a las competencias gerenciales: desarrollo de personas, organización, comunicación, negociación…  En el caso que nos ocupa (el de las personas ministras), este calificativo se ha trocado por el de perfil político, lo que importa poco para mi reflexión porque al fin y al cabo esa “cosa política” tiene que ver con la capacidad de gestión antes que con el conocimiento técnico de los asuntos a tratar en el ministerio correspondiente.

Desde las áreas de Recursos Humanos, como asesores de la Dirección General, que es quien tiene la responsabilidad final de la decisión, es fácil encontrarse con este dilema (siempre y cuando quieran consultarles para la provisión, como especialistas en Selección, y no hagan el nombramiento según le soplen al oído la hordas enteradas, o según convenga para adular a cierto jerifalte que nos devolverá con creces el favor).

Creo que no hay receta directa, que cada caso debe ser estudiado en sí mismo y emitir una sugerencia ad hoc.  Hay posiciones en las que se requiere conocer más el contenido que en otras porque la toma de decisiones está muy influida por la necesidad de conocer el percal… pero también es verdad, que una persona con sentido común, capacidad de análisis y buscadora de la coherencia puede decidir olfateando las alternativas si ha sabido orientar bien a su equipo.  Otra cosa es que este equipo quiera hacer tropezar al jefe… pero sería harina de otro costal.

Ahora bien, en un nombramiento, que se entiende a su vez  como reconocimiento y recompensa, deben existir méritos suficientes (haber conseguido buenos resultados en experiencias anteriores) que siempre tienen que ver con capacidades de gestión.  Es decir, lo técnico no es suficiente para calibrar valías.  Quien no ha demostrado la buena gestión de un presupuesto, no debe colocarse de golpe a gestionar algún millar de millones de euros.  Y mucho menos quien ha demostrado que, gestionando algunos cientos, lo ha hecho de pena.

Quien se fija sólo en lo técnico (o en lo artístico) no suele ocuparse en adquirir una buena experiencia en gestión, pero, si es nombrado para ello, salvo en casos de gran lucidez mental, escasa por otra parte, en los que no se acepta el nombramiento, pretende hacerlo lo mejor que sabe (actitud muy loable), queriendo intervenir en la elección de las baldosas del baño en el vestuario de señoras.  Es muy probable que sólo haga y se olvide de hacer hacer.

Un conocido mío era carpintero y enamorado de su trabajo.  Se montó una empresa de muebles de cocina y al cabo de dos años me dijo: “Me he dado cuenta de que ser empresario no es sólo hacer el mejor mueble, así que me he involucrado en la Asociación de Fabricantes de Muebles de Cocina y me dedico a escuchar a los más veteranos, los que han mantenido arriba su empresa por muchos años, para aprender a mandar bien.  Los sábados por la mañana me doy el gusto de arremangarme para ayudar a montar alguna cocina que llevamos retrasada”.

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