Reseña de Vivir a contratiempo (José María Ariño Colás)
Estas líneas comienzan en el veterano bar Las Palmeras de la calle Doctor Iranzo de Zaragoza, la única que une o atraviesa los barrios de Las Fuentes y Montemolín.
El doctor Vicente Iranzo fue ministro en la Segunda República. La calle que lleva su nombre nace en el paseo de Echegaray y Caballero, dramaturgo y compositor, respectivamente, de la zarzuela Gigantes y cabezudos, emblema aragonés, y muere en la de Francisco de Quevedo, escritor conceptista, más conocido como poeta, emblema del Siglo de Oro español. Como puede comprobarse, Echegaray y Caballero con Francisco de Quevedo forman un pareado de arte menor en rima asonante. Y es que estas líneas van a continuar repletas de poesía. Poesía tan bucólica y estentórea como la Segunda República de Iranzo, que cambió un rojo por un morado. Bucólica porque nace en el mundo campestre de Aliaga, en Teruel ni más ni menos. Estentórea porque nace con el oxímoron de un grito en silencio desde lo más profundo del corazón. Corazón que también se pronuncia amor, como en los protagonistas de Gigantes y cabezudos.
José María Ariño Colás es amor. Y escribe tan desde allí que, cuando me iba mostrando uno a uno sus poemas, se detuvo varias veces para sujetar sus lágrimas.Y es que vive en la incertidumbre, como nos quiere transmitir con su poemario, su primer poemario, gestado suspiro a suspiro, desde sus dudas que no sabe que son certezas. Certezas del amor.En ese bar arriba citado, quedamos José María y quien suscribe para hablar de poesía, entre otros temas, rodeados de personajes escapados de las figuras negras de Goya, quizá alguno de Los olvidados y un par de Viridiana (Buñuel, que rima con Teruel, merece dos citas).Hablábamos antes de amor. Y no encuentro otro tema unificador en el poemario de mi buen amigo aliaguino.
“Cada uno escribe con lo que tiene”, me decía él entonces. Y qué mejor prueba que estos cincuenta poemas que dedica a su hijo Pablo y a su mujer, Nieves.
Todas las composiciones van encabezadas por una cita de los literatos que le han inspirado, Kavafis, Neruda, Lorca, Olga Bernad, Emilio Gastón…, pero uno de ellos, repetido por dos veces, es quien más asoma entre los versos, don Antonio Machado.
Recuerdos de una infancia adormecida
allá en la sierra austera del Maestrazgo.
(De RECUERDOS, pág. 15)
¿A quién esos dos primeros versos no le evoca el Retrato del poeta sevillano? Sea Aliaga por Sevilla, el Maestrazgo por Andalucía, y una “enciclopedia amarillenta”, como la que un profesor, tal como Machado y Ariño lo fueron, hiciera leer a sus alumnos en algún aula helada de las estepas españolas, sean Soria o Teruel.
“Vino , primero, pura, / vestida de inocencia, / y la amé como un niño” (Juan Ramón Jiménez, en Eternidades)
No me hables del amor.
Prefiero que me muestres la dulzura
de tus ojos de luz,enamorados.
(De ODA A LA BELLEZA, pág. 24)
Transcribo esta cita y esos primeros versos del poema que le sigue, porque contienen ambos esa referencia al premio Nobel, otra de las principales influencias que contiene este poemario. Belleza, amor, infancia, inocencia, que se unen al reiterado regreso a la naturaleza de su Aliaga, revisitada con nostalgia.
Por mucho que te alejes,
por mucho que te evadas,
sabes que volverás
a tus raícesal filo del otoño
en un rincón ameno
y apacible
(De TUS RAÍCES, pág. 46)
Y en esa humildad que transmite en su mirada, en esa introspección que demuestra en cada verso, Ariño nos invita a seguir leyendo tras el primer poema, en el que susurra:
Pensabas que el poema
era un acto sublime
inalcanzable
(De APRENDIZ DE POETA, pág.13)
y continúa con SER POETA “…o mendigo, …o bohemio, …un peregrino, …un hombre sincero”, ya que “Lo demás son postizos añadidos”. (De SER POETA, pág. 14)
Estos temas literarios —siempre con el propio autor como sujeto de cada poema, aunque hable a los demás como a sí mismo— se anclan con un lenguaje claro y directo, con la palabra sencilla y el sentimiento vivo. Nos transporta en un velero sobre un mar calmo, en el que acaban de pasar las tormentas, y donde más allá del horizonte se vive con el pasado y se ve la orilla como esperanza del futuro que le atrae. Escribe desde las emociones de un desengaño derrotado, desde el ambiente otoñal que peinan sus canas, pero haciendo hablar a un vibrante corazón que se llena de primaveras y veranos.
Aprovecha el momento
del amor,
de los sueños
(De MOMENTOS, pág. 79)
VIVIR A CONTRATIEMPO es un poemario creado a fuego lento, desde un interior que vibra con la poesía como forma de entender al mundo y de transmitir lo que su enseñanza proporciona. José María Ariño es maestro y nos lega su cátedra en cincuenta poemas con los que ha aprendido a VIVIR A CONTRATIEMPO.
José Antonio Prades
31 de octubre de 2023
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