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Molintonia

Pep, Pep, Pep

Parece obligado hablar de Pep Guardiola.  Lo hago con satisfacción y con admiración, no es ninguna tortura, aunque algo me ha saciado la cantidad de literatura deportiva y managerial que se ha vertido sobre él en las últimas semanas.

Pep Guardiola es noticia porque es un líder que ha conseguido sus objetivos, nada más y nada menos.  Los ha conseguido en un año, en el primero de su andadura como entrenador de elite.  Los ha conseguido con brillantez, sin cuestionamientos, con mérito.  Rotundo.

Tiene 38 años, jugó hasta los 35, descansó poco menos de un año, a los 36 comenzó a dirigir, tras estudiar el correspondiente curso, al segundo equipo del Barcelona, con el que también consiguió su objetivo ascendiéndolo a Segunda División “B”.  A los 37, hace once meses, ocupó el banquillo del primer equipo y en esta temporada ha batido todos los registros de un equipo español: triple campeonato con un excelente espectáculo de juego.

Intentaré no reiterar lo que ya se ha dicho tantas veces, aunque con tantas veces este asunto en el candelero tampoco pretendo ser exclusivo, ni siquiera original.  Para ello, hablaré de algunos detalles que en mi opinión han sido especiales.

Varios medios de comunicación han dicho que con el éxito de Guardiola se desmonta el mito de la experiencia para conseguir esos resultados.  Craso error, desde mi punto de vista.  ¿Acaso Guardiola no es experto?  Es joven… y generalmente, se asocia inexperiencia a juventud.  Craso error.  Entiendo que el concepto de reflexión es fundamental para hacer que las cosas vividas se conviertan en experiencia.  Sumar cumpleaños no es experiencia.  Tampoco lo es dejarse llevar por la vida, sufriendo o disfrutando de cada acontecimiento que nos llega.  Incluso tampoco es experiencia buscar acontecimientos porque sí…  La acumulación de cosas vividas sirve para llenar la memoria, pero no para el crecimiento vital.  Por eso, Guardiola es experto y joven, probablemente más experto que personas con el doble de edad, porque él ha intervenido muy intensamente en lo que quería vivir, porque ha sabido buscar nuevas sensaciones continuamente, porque ha fracasado y se ha levantado… pero sobre todo, porque ha sido capaz de extraer enseñanzas de cada triunfo y de cada derrota.

En el último minuto de la final, hizo un cambio “psicológico”.  Salió Pedro por Iniesta.  ¿Un reconocimiento al enorme esfuerzo y al gran rendimiento de Andrés, uno de los tres grandes del equipo?  No lo niego, esa es la primera interpretación y la suscribo.  Pero tenía en el banquillo a varios jugadores para sacar al campo… y eligió a Pedro.  Un detalle de grandeza…  con deseo de motivación y con visión a largo plazo.  Quedaba un minuto para finalizar y era un momento oportuno y único para homenajear a su gente, a la gente de la cantera, de donde él venía y que ahora le llevaba en volandas al éxito…  También fue un guiño a todos esos chicos que se identifican con Pedro, a quienes están a las puertas del primer equipo y sueñan con ser campeones, a los chicos con potencial que aumentaron su ilusión viendo a Pedro entrar al campo el día más grande de la historia del club…

A Pep le quedan muchos acontecimientos en su vida para seguir sumando experiencia y ser más experto aún, más maestro de los maestros.  Fracasará, seguro, (ver Luis Aragonés ayer mismo), y algunos le quitarán galones, pero regresará para seguir ganándolo todo.

Admiro su humildad, su constancia, su autoridad… y el buen uso de su inteligencia innata.  Suerte, además, que su jefe ha estado callado y bien callado.

José Antonio Prades

(Artículo publicado en ForoRH nº 107 ,  4/6/2009)

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