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Molintonia

Las haches del Bosque, don Vicente

Las haches del Bosque, don Vicente

Escribo desde la sensación del triunfo colectivo, emocionado por los mensajes emocionantes que se crean alrededor de la selección española como campeona del mundo.

Gol de Iniesta.

No tenía previsto escribir sobre el asunto, pero me he sentido movilizado por Álvaro, el hijo de Vicente del Bosque. Dijo sobre él el seleccionador: “es un regalo del cielo”. Álvaro tiene síndrome de Down. Después he comenzado a leer sobre características, currícula, aspectos particulares de la figura de este hombre que ha llegado al mayor éxito posible de su especialidad profesional. Y como hace poco hablábamos usted y yo de Marcelo Bielsa como líder y maestro, y hace dos años lo hicimos sobre la carismática selección que ganó la Eurocopa, hoy me dispongo a reflexionar sobre don Vicente.

Lo recuerdo por primera vez con un mostacho pleno, con unos mechones rizados por la nuca, espigado, junto a Planelles, como jugadores cedidos por el Real Madrid a un Castellón novato en la Primera División española. Volvió después para ser titular en su equipo y en la selección española de entonces, imprimiendo un sello de orquesta bien afinada en ambos equipos. Fue la elegancia en el juego. Después, como técnico, se incluyó en las categorías inferiores de donde surgió hasta llegar al banquillo como máximo responsable del primer equipo del Real Madrid. Tras Miguel Muñoz, es el entrenador que más títulos ha conseguido en menos tiempo.

Paradójicamente, un hombre que ha investigado en los secretos del liderazgo, Jorge Valdano, decidió prescindir de sus servicios porque lo veía con “perfil bajo”, es decir, no daba imagen de modernidad ni hablaba inglés. Antes de esta decisión, lo conocí en el hotel Monte Real de la capital de España, vestido con su clásico chándal azul marino de tres rayitas, escribiendo con lápiz en una libreta, solo en un salón de cien metros sobre una mesa inmensa de estilo isabelino. Llevaba calcetines blancos. Y luego, cuando lo veía en pantalla, bromeaba con mi hijo: “Eduardo, mira, que sale don Pantuflo (el padre de Zipi y Zape)”. ¿Y qué?

Hoy es el mejor entrenador del mundo. Parece ser que tener imagen guapa y hablar idiomas no es precisamente una competencia necesaria para ganar el campeonato del mundo. “Es capaz de darle a sus decisiones un sentido natural. Todo el trabajo de Del Bosque inspira una sensación de inevitable normalidad” (Alfonso del Corral, que fue jugador de baloncesto y médico del Real Madrid). Don Vicente es el hombre hache, la letra muda, la letra del silencio, la letra introvertida que mira para dentro y da personalidad a la palabra que la contiene. Es humano. Es honesto. Es humilde. Y Alfonso del Corral dice que es homogéneo, que no cambia, que sabe comportarse con grandeza incluso en los momentos más oscuros, que nunca se transforma ni en la dulzura ni en la amargura. Don Vicente se marchó con dolor del Real Madrid. Y fracasó: una temporada truncada en Turquía y un puesto fallido en Cádiz. Pero regresó con el reto de sustituir a una persona carismática que había conseguido un reto inalcanzado en más de cuarenta años (Luis Aragonés, entrenador campeón de la Eurocopa 2008). Don Vicente lo ha superado.

Y ha superado otros duros escollos, críticas, acusaciones, manipulaciones… con su rostro inmutable y su mirada bonachona, mientras transmitía a sus pupilos la visión: “No es momento de hacer balance y sí para soñar”. No irrumpe como elefante en cacharrería, ni hace ostentaciones, tampoco verborrea, ni siquiera plantea análisis sesudos, pero aplica dosis de sentido común, además de trascendencia a su misión: “Este grupo no solo ha pensado en ganar, sino también en otros valores”. Sabe igualmente cuál es su rol de representatividad y cumple con él "La imagen de un seleccionador es la imagen del país que representa". Apela al sentido de equipo: "La unión de los jugadores es nuestra fuerza. Si perseguimos un éxito será el de los 23 [jugadores], no de uno solo". Y además es caballeroso y honorable: "Estoy obligado a felicitar al rival [ ]. Si no jugamos bien nosotros fue por méritos del adversario”. Don Vicente es un hombre líder, hoy líder mundial, que transmite grandeza desde la sencillez, que valora el éxito en su justa medida, que sabe calibrarlo incluso en su faceta más expuesta, la económica: “No sé lo que cobro. Las cuentas las lleva mi mujer”, y que celebrará el mayor triunfo de su vida en su entorno cercano, sin aduladores, con el mismo cariño y ternura de quienes le arroparon en los fracasos.

Es don Vicente un modelo de hombre sabio. Qué bien sabe su triunfo en el ámbito mundial.

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