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Reseña de La barraca, de Vicente Blasco Ibáñez

Reseña de La barraca, de Vicente Blasco Ibáñez

La barraca.

Blasco Ibáñez, Vicente 

Ediciones Orbis. 1982. 

Colección ’Historia de la literatura española’. 

 

En la segunda mitad del siglo XIX, aún se debatía en España sobre si romanticismo o realismo. Son Fernán Caballero y Pedro Antonio de Alarcón, en la década de los 50, cuando propugnan el cambio de tendencia, y a partir de ahí se inicia el período de transición que culmina con Pereda y Galdós. (Valera, B. 1982)

Si el realismo en Francia puede darse por iniciado en la década de los años 30, la novela realista española sólo se impondrá con la Primera República y la Restauración (Oleza, J. 2002). Fueron Flaubert y Zola, en Francia, quienes dieron un vuelco a la novela, que desembocó en el Naturalismo literario, brotado del Realismo que ya se había asumido en décadas anteriores.  Esa nueva tendencia propugnó, entre otras actitudes, la denuncia social y el otorgamiento de voz a estamentos sociales marginados.  Y son estos dos puntos los que mejor quedan reflejados en la novela a reseñar.

Vicente Blasco Ibáñez nació en 1864 en Valencia. Tuvo una vida vibrante y comprometida, ejerciendo actividad en ámbitos literarios, políticos y económicos, con ingresos en prisión y largos viajes. Es destacable su relación con el cine, ya que varias de sus novelas fueron base de guiones cinematográficos, incluso fueron dirigidas por él mismo.  Se le considera un precursor del best-seller.  Pretendió la popularización de la literatura.  Falleció en 1928 en Mentón (Francia), y en 1933 sus restos fueran trasladados a Valencia (Baquero, A. 2017). 

Como podemos comprobar en estas dos referencias, (Martino, P. 2012) y (Gonzalo, A. 2009) ambas coinciden en señalar que se trata de una de las novelas más importantes, no sólo del autor, sino de su época, e incluso, de la literatura española.  Publicada en un año significativo, 1898, obtuvo un éxito inmediato.  Es una obra escrita con el conocimiento profundo del ambiente que crea, tal como le gustaba documentarse a este autor y presenta “por primera vez la preocupación de los problemas sociales que más tarde había de significar a Blasco”. (Gonzalo, A. 2009)

Batistet y su familia se instalan en una tierra yerma, que estaba desocupada desde hacía varios años porque su anterior arrendatario discutió con el dueño y derivó en una locura de violencia y abandono.  Esta circunstancia provoca en los vecinos un rechazo a esa ocupación y hacen la vida imposible a toda la familia, hasta que se produce uno de los desenlaces con mayor maestría de cierre narrativo de la literatura española (González, JM. 2020)

La novela contiene historia de la huerta valenciana, de sentimientos y pasiones colectivas que anulan las individuales, de la relación del hombre con la tierra, de la fatalidad del destino.

La barraca tiene un pie en el rescate social y otro en el del sentimiento. Bascula entre el realismo y los requisitos del folletín.  Es un canto a la naturaleza, repleta de bellas descripciones que se oponen a una vida mísera que acaba destruida. (Arellano, J. 1982) HLE

El impacto social de la literatura comenzó en el siglo XIX al ir dando prioridad a cuestiones, historias y personajes de las bajas escalas sociales.  La descripción de la pobreza y de la opresión de ricos a pobres, las humillaciones, y también las disputas por enquistamientos de costumbres y apegos, aparecen en la narrativa española de finales del XIX y principios de siglo XX tal como se viven desde dentro de esta obra maestra que es La barraca. Blasco Ibáñez, en su posición preeminente de divulgador y agitador, ejerce sus posturas también desde su obra literaria, aunque no siempre se le considere coherente entre su visión política y sus contenidos. 

No soy un apasionado de la novela realista ni de la naturalista, prefiero mirar hacia la fantasía y la magia, incluso lo onírico.  Sin obviar la belleza de la narración en esta novela, especialmente sus descripciones, quiero destacar la secuencia en el último capítulo del sueño de Batistet con Pimentó, tan afín con otras tendencias donde disfruto más y percibo de otra manera más sentida el valor de la literatura, como el realismo mágico, por ejemplo.

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