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Análisis estructural de un poema de Luis García Montero

Análisis estructural de un poema de Luis García Montero

Se aplican todas las fases del método de análisis crítico sobre el poema de este autor. titulado como “V” (número 5), de su obra Diario cómplice (1987), publicada por Hiperión.

[Poema transcrito al final del texto]

Luis García Montero es un poeta y ensayista español, nacido en Granada en 1958, fue catedrático de Literatura en la Universidad de Granada, y actualmente es director del Instituto Cervantes desde 2018.  Se le adscribe a la llamada generación de los 80, también conocida con los posnovísimos y este poema es un ejemplo relevante de la llamada "poesía de la experiencia".

El poema presenta el amor de pareja, el deseo de estar juntos, en un tono conversacional del sujeto con el tú poético, establecido de hombre a mujer, lo que se refleja inmediatamente, en el primer verso:

Tú me llamas, amor, yo cojo un taxi

Se trata de una composición en 37 versos, agrupados asimétricamente en 4 estrofas de 10, 14, 4 y 9 estrofas. La última estrofa contiene un punto al final del segundo verso, que la divide en dos oraciones, lo que no se repite en ninguna de las otras estrofas. Son versos libres sin rima aparente, salvo en casos que parecen no fruto del deseo del ritmo sino de la colocación de las palabras con el significado requerido (v.2 con 5 y v.3 con 4, 11 con 14, 17 con 18, 28 con 29). La métrica es irregular, varía desde dos versos pentasílabos hasta cinco alejandrinos.  Por otro lado, son mayoritarios los versos endecasílabos, dieciocho, y son doce los heptasílabos.

En la primera estrofa, después de introducirnos en la conversación citada, explica su acto de ir hacia su amor, hace referencia al tiempo (“febrero”), adjetiva el mundo con “transitorio”, y asigna a ese mundo características oníricas (sueños, luces), establece un símil entre “luces” y “conversaciones” para renunciar a “los letreros encendidos”, pero que resultan imposibles de eludir (“están escritos encima de nosotros”). Deja idea de que hay ensoñaciones inevitables en su relación.

En la segunda estrofa, la voz se anticipa a lo que cree que va a ocurrir, explica los posibles sucesos (…tus palabras no tendrán / ese tono lujoso…), (tendrás piedad o miedo de ti misma), enumerando sensaciones que presiente o prevé en su amor, incluyendo un ligero tono erótico (“lujurioso malestar”), y donde también se refleja la esperada duda que provocará el encuentro a la mujer.

La tercera estrofa se abre al plural (“también sabemos”) y vuelve al tiempo verbal del presente, justifica lo que habrá ocurrido tras el contacto, significado por el deíctico “mañana”, y realiza una comparación como “peor y más costoso / llevárselas a casa…” con el último verso de la estrofa anterior.  El uso del sustantivo “cadáver” haciendo referencia a “las historias contadas una noche de insomnio” nos deja la connotación de que nada de lo que se contarán va a sobrevivir ni tampoco debe ser escondido en una imagen potente (“en el humo de un bar”).

La cuarta y última estrofa comienza con dos versos que definen la actitud del sujeto poético para ese movimiento, estableciendo la imagen de “sin idiomas” para fijar su transparencia y claridad y cambia el tiempo verbal para volver al presente que ya usó en el primer verso. No quiere palabras, pero sabe que las habrá (vuelve al tiempo verbal de futuro) y enuncia con el adjetivo “desnudos” el posible contacto erótico, tras el cual sí que hablarán “quitando importancia”, pero volviendo al pasado, eludiendo lo que ha ocurrido porque se está más cómodo en lo que está lejos y no duele.

Contiene un lenguaje directo, con pocas figuras retóricas limitadas, basando el impacto estético en las adjetivaciones (“desmedida realidad”, “letreros encendidos”, “lujurioso malestar”, “nostalgia artificial”), metáforas (el mundo como un automóvil, “los aires inquietos de tu pelo”, “el sótano sin luz”). Usa la segunda persona al dirigirse al “”, con el paso del tiempo verbal del presente al futuro, y finalmente referirse al pasado, en un recorrido temporal proyectivo.

El poema despliega un tono intimista y se explaya con una acción narrativa, una acción de movimiento, que se inicia de inmediato para, mientras se produce, emitir una reflexión llena de sensaciones, anticipos, sentimientos, predicciones.  Une conceptos de una estrofa a otra, como la comparación del “tono lujoso” de las palabras de ella con “los letreros encendidos en la brisa”.  Refleja posibles indecisiones de la amada, que quizá sean reflejos de las suyas propias: “tendrás piedad o miedo de ti misma/ vergüenza o dignidad, incertidumbre”.

A mi juicio, el poema emite un tono constante de duda sobre lo que el sujeto poético se va a encontrar cuando llegue a ver a su amada, y enuncia el paso del tiempo, haciendo referencias al pasado, al presente y al futuro, con reflexiones indirectas al estado de la relación.  Hace introducirse al lector en los pensamientos del sujeto.

El autor presenta un discurso conversacional, pero con un tono intimista, estableciendo su reflexión sobre los motivos para responder a la llamada. Aplica términos que muestran estados de ánimo, tanto del propio sujeto como de la destinataria, para emitir una declaración de intenciones de amarla, a pesar de lo que presiente con cierto desencanto.

 

Referencias bibliográficas:

 

  • Instituto Cervantes (sin fecha), Creadores, Luis García Montero. Biografía

https://www.cervantes.es/bibliotecas_documentacion_espanol/creadores/garcia_montero_luis.htm

  • García Montero, Luis (2006). La otra sentimentalidad. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.

https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/la-otra-sentimentalidad-0/html/00b3e69a-82b2-11df-acc7-002185ce6064_2.html#I_0_

  • Bagué Quílez, Luis (sin fecha), Poesía española contemporánea. Luis García Montero. Semblanza crítica.

https://www.cervantesvirtual.com/portales/luis_garcia_montero/semblanza/

  • García Montero, Luis (2006). Antología poética, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.

https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/antologia-poetica--54/html/00b29e0c-82b2-11df-acc7-002185ce6064_2.html

 

 

V

 

Tú me llamas, amor, yo cojo un taxi,
cruzo la desmedida realidad
de febrero por verte,
el mundo transitorio que me ofrece
un asiento de atrás,
su refugiada bóveda de sueños,
luces intermitentes como conversaciones,
letreros encendidos en la brisa,
que no son el destino,
pero que están escritos encima de nosotros.

Ya sé que tus palabras no tendrán
ese tono lujoso, que los aires
inquietos de tu pelo
guardarán la nostalgia artificial
del sótano sin luz donde me esperas,
y que, por fin, mañana
al despertarte,
entre olvidos a medias y detalles
sacados de contexto,
tendrás piedad o miedo de ti misma,
vergüenza o dignidad, incertidumbre
y acaso el lujurioso malestar,
el golpe que nos dejan
las historias contadas una noche de insomnio.

Pero también sabemos que sería
peor y más costoso
llevárselas a casa, no esconder su cadáver
en el humo de un bar.

Yo vengo sin idiomas desde mi soledad,
y sin idiomas voy hacia la tuya.
No hay nada que decir,

pero supongo
que hablaremos desnudos sobre esto,
algo después, quitándole importancia,
avivando los ritmos del pasado,
las cosas que están lejos
y que ya no nos duelen.

 

Luis García Montero, Diario cómplice, 1987.

 

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