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Molintonia

Algo de la Expo

Ha empezado la Expo y quiero hablar de la Expo. Soy zaragozano y vivo en Zaragoza, así que el motivo es muy emocional. No sé si tiene mucho que ver con los temas de esta columna, pero seguro que avanzando en el artículo, le encontraré alguna ligazón. Del 14 de junio al 14 de septiembre, casi coincidente con el primer sitio de las tropas napoleónicas a Zaragoza, el que abandonaron tras la sorprendente batalla de Bailén, ganada con mucha suerte por Castaños, pero que no evitó el segundo sitio, durante el invierno siguiente, que supuso la claudicación y entrega de las armas con una ciudad destruida y llena de cadáveres. ¡Valentía y tozudez aragonesas!

Celebramos muchas efemérides en Zaragoza este año, y se ha creado una especie de movimiento colectivo lleno de ilusión y optimismo que se ha comido a los agoreros y pesimistas que anticipaban un fracaso espectacular (porque viene de espectáculo).

La ceremonia se vio por televisión en cientos de países. Un éxito. A fecha de hoy, ya van 180.000 visitas, no hay grandes obras por terminar, las infraestructuras están al 98%, y lo que no ha llegado a tiempo, no impide un buen disfrute.

En la visión (y ya empezamos con cositas propias nuestras) de unos preclaros gobernantes, allá por el 99, que se sustentó después por quienes los continuaron, se gestó un proyecto imaginado que se plasmó en diciembre de 2004, cuando Zaragoza ganó la designación con una propuesta sobre el Agua y el Desarrollo Sostenible.

A partir de ahí, más imaginación, más visión, algunas veces grandilocuente, otras cicatera, las más pedigüeñas, para que se ayudara a una ciudad que marcaba retraso en inversiones urbanísticas desde hacía más de veinte años… La primera visión se hizo realidad con los fondos acordados. A más confirmación, más ilusión.

Y el meandro de Ranillas (que ahora nos suena muy normal, pero que la primera vez, ni ‘meandro’, ni ‘ranillas’ parecían palabras mediáticas), una curva del Ebro, 25 hectáreas en un terreno cuasi pantanoso, deberían dar lugar a un escaparate al mundo. Más de 1000 obras en marcha, carreteras, cauces, puentes, ríos, acceso… y faltaban poco más de dos años y no se veía nada.

El día 12 de junio del 2008, en ese recinto trabajaban más de 6.000 personas de varias nacionalidades que, unidas bajo la visión de esa culminación del sueño, se conjuraban sin líderes para dejar lista y bonita la parte que les había tocado crear.

Desde días antes, pocos jefes tuvieron problemas para conseguir que la mayor parte de las personas de sus equipos se involucraran en el proyecto de la Expo, que no era el pabellón tal, o la instalación cual, o el hotel talycual… era la Expo. “Es la Expo, idiota”.

Y así, la conciliación se fue a hacer puñetas, también le acompañó para buscarlas el convenio y sus cláusulas, los horarios, el descanso semanal y la obediencia a los jefes, que cada cual se colocó sus objetivos y allí duró hasta que el cuerpo le aguantara, horas de madrugada, noches sin dormir. Entre familiares y amigos, conozco a más de diez personas voluntarios, operarios externos y trabajadores de la Expo y todos ellos me han transmitido el orgullo de que han vivido parte de la historia de la Expo, que su labor la sienten propia, y su éxito ha calado hasta la última célula que se esforzó para conseguirlo.

“Esto se lo contaré a mis nietos”.

Y aunque he hablado de los jefes que quizá ni hicieran falta porque la sugestión visionaria empujaba a las personas a ser autónomas, responsables y eficientes, al final, un sutil, apunte abunda en las teorías que desde Recursos Humanos propugnamos.

El día 13 por la noche, con los fuegos artificiales de fondo, le llegó a mi amigo un SMS de su jefe (trabajan en la Expo). “Sin ti, esto no habría sido posible”… Palabras manidas, sobadas, tan conocidas…, pero que cumplieron el efecto de compromiso masivo. Mi amigo miraba los fuegos y sonreía con su hija en brazos. No había quitado el SMS del móvil. “Mira, Lucía, lo que me dice mi jefe”…. “Y ¿es verdad, papá?”. Mi amigo se lo reenvió a los cuatro compañeros de su equipo, que ya lo tenían.

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