Blogia

Molintonia

Reseña de Vivir a contratiempo (José María Ariño Colás)

Reseña de Vivir a contratiempo (José María Ariño Colás)

Estas líneas comienzan en el veterano bar Las Palmeras de la calle Doctor Iranzo de Zaragoza, la única que une o atraviesa los barrios de Las Fuentes y Montemolín.

El doctor Vicente Iranzo fue ministro en la Segunda República. La calle que lleva su nombre nace en el paseo de Echegaray y Caballero, dramaturgo y compositor, respectivamente, de la zarzuela Gigantes y cabezudos, emblema aragonés, y muere en la de Francisco de Quevedo, escritor conceptista, más conocido como poeta, emblema del Siglo de Oro español. Como puede comprobarse, Echegaray y Caballero con Francisco de Quevedo forman un pareado de arte menor en rima asonante. Y es que estas líneas van a continuar repletas de poesía. Poesía tan bucólica y estentórea como la Segunda República de Iranzo, que cambió un rojo por un morado. Bucólica porque nace en el mundo campestre de Aliaga, en Teruel ni más ni menos. Estentórea porque nace con el oxímoron de un grito en silencio desde lo más profundo del corazón. Corazón que también se pronuncia amor, como en los protagonistas de Gigantes y cabezudos.

José María Ariño Colás es amor. Y escribe tan desde allí que, cuando me iba mostrando uno a uno sus poemas, se detuvo varias veces para sujetar sus lágrimas.Y es que vive en la incertidumbre, como nos quiere transmitir con su poemario, su primer poemario, gestado suspiro a suspiro, desde sus dudas que no sabe que son certezas. Certezas del amor.En ese bar arriba citado, quedamos José María y quien suscribe para hablar de poesía, entre otros temas, rodeados de personajes escapados de las figuras negras de Goya, quizá alguno de Los olvidados y un par de Viridiana (Buñuel, que rima con Teruel, merece dos citas).Hablábamos antes de amor. Y no encuentro otro tema unificador en el poemario de mi buen amigo aliaguino.

“Cada uno escribe con lo que tiene”, me decía él entonces. Y qué mejor prueba que estos cincuenta poemas que dedica a su hijo Pablo y a su mujer, Nieves.

Todas las composiciones van encabezadas por una cita de los literatos que le han inspirado, Kavafis, Neruda, Lorca, Olga Bernad, Emilio Gastón…, pero uno de ellos, repetido por dos veces, es quien más asoma entre los versos, don Antonio Machado. 


Recuerdos de una infancia adormecida

allá en la sierra austera del Maestrazgo.

(De RECUERDOS, pág. 15)

¿A quién esos dos primeros versos no le evoca el Retrato del poeta sevillano? Sea Aliaga por Sevilla, el Maestrazgo por Andalucía, y una “enciclopedia amarillenta”, como la que un profesor, tal como Machado y Ariño lo fueron, hiciera leer a sus alumnos en algún aula helada de las estepas españolas, sean Soria o Teruel.


“Vino , primero, pura, / vestida de inocencia, / y la amé como un niño” (Juan Ramón Jiménez, en Eternidades)


No me hables del amor.

Prefiero que me muestres la dulzura

de tus ojos de luz,enamorados.

(De ODA A LA BELLEZA, pág. 24)


Transcribo esta cita y esos primeros versos del poema que le sigue, porque contienen ambos esa referencia al premio Nobel, otra de las principales influencias que contiene este poemario.  Belleza, amor, infancia, inocencia, que se unen al reiterado regreso a la naturaleza de su Aliaga, revisitada con nostalgia.


Por mucho que te alejes,

por mucho que te evadas,

sabes que volverás

a tus raícesal filo del otoño

en un rincón ameno

y apacible

(De TUS RAÍCES, pág. 46)


Y en esa humildad que transmite en su mirada, en esa introspección que demuestra en cada verso, Ariño nos invita a seguir leyendo tras el primer poema, en el que susurra:


Pensabas que el poema

era un acto sublime

inalcanzable

(De APRENDIZ DE POETA, pág.13)


y continúa con SER POETA “…o mendigo, …o bohemio, …un peregrino, …un hombre sincero”, ya que “Lo demás son postizos añadidos”. (De SER POETA, pág. 14)

Estos temas literarios —siempre con el propio autor como sujeto de cada poema, aunque hable a los demás como a sí mismo— se anclan con un lenguaje claro y directo, con la palabra sencilla y el sentimiento vivo.  Nos transporta en un velero sobre un mar calmo, en el que acaban de pasar las tormentas, y donde más allá del horizonte se vive con el pasado y se ve la orilla como esperanza del futuro que le atrae.  Escribe desde las emociones de un desengaño derrotado, desde el ambiente otoñal que peinan sus canas, pero haciendo hablar a un vibrante corazón que se llena de primaveras y veranos.


Aprovecha el momento

del amor,

de los sueños

(De MOMENTOS, pág. 79)


VIVIR A CONTRATIEMPO es un poemario creado a fuego lento, desde un interior que vibra con la poesía como forma de entender al mundo y de transmitir lo que su enseñanza proporciona. José María Ariño es maestro y nos lega su cátedra en cincuenta poemas con los que ha aprendido a VIVIR A CONTRATIEMPO.


José Antonio Prades

31 de octubre de 2023

Abducción

Abducción

 

Volvía de un evento, especialmente anhelado, a las 10 de la noche de un domingo de invierno.  Vivo en una casa antigua, en un paraje cercano a una zona de montañas rocosas de Aragón, los mallos de Riglos.  Fue un trayecto extraño, me habían entrado llamadas al móvil que pasaban por bluetooth al audio del auto con extraños ruidos de conexiones fallidas.  Era un número oculto.  A veces esos sonidos de entrada parecían jadeos de mujer.  No podía separarlos del golpeo que las enormes gotas de una tormenta salpicaban la tierra, los árboles, la chapa y el parabrisas.  También aparecía el relámpago con el trueno subsiguiente, luz y estruendo, magnífico espectáculo.  Conforme avanzaba por la carretera, el ambiente se enrarecía más y más.
Llegaba de un congreso realizado en el Pirineo aragonés oriental, concretamente en el valle de Pineta, donde varias ponencias, entre ellas la mía, hablaron de avistamientos extraterrestres en la zona, que presentaba mucha actividad al respecto.
Intenté abrir la puerta del garaje con el mando a distancia, pero falló —no había luz eléctrica, supuse—, así que salí del coche, me mojé hasta la médula, la levanté manualmente y me introduje raudo y veloz en el habitáculo. Nada más cerrar la portezuela, un enésimo relámpago iluminó hasta las mismas tinieblas del espacio sideral.  Y mientras resonaba el trueno subsiguiente, entendí que en la ventana de mi dormitorio había visto reflejada una sombra extraña.  Parecía imposible que la oscuridad reinante, sólo rota por los faros del auto, pudiera darme esa imagen.  Lo achaqué a la tensión del viaje bajo la lluvia.  
Quise arrancar el motor para acceder al garaje... y ni mención hizo.  Además, los faros se apagaron.  Quedé reducido a la más absoluta oscuridad.  Saqué el móvil, por supuesto, y ya te podrás imaginar que tampoco funcionaba.  Más truenos, más relámpagos, sonido de naves espaciales... sí, ovnis por encima de mí, a lo lejos y cerca, me pareció sentir una invasión con destellos más potentes que los relámpagos... y silbidos, sonidos de afiladas espadas eléctricas cortando el aire, el agua, el techo de mi auto. El perfil de la figura continuaba restallando allá arriba con cada fogonazo... y además me miraba, quise creer.
Sin techo, el coche se inundaba; mi pelo, mi camisa, mis pantalones, mi piel se llenaban de más agua sucia, con una sustancia viscosa; quizá fuera barro. 
¿Sabes? No tenía miedo. Estaba escrito, era esperado. En aquel congreso, había recibido el mensaje de que iban a realizar 
conmigo una abducción para después poder transmitir al mundo, a través de mi actividad periodística, cómo eran los mundos de las Pléyades.  Me sentí completamente seguro de que se estaba cumpliendo lo predicho, que me iban a meter en cualquier nave que me llevaría a esa civilización avanzada. Lo que me pareció una comunicación absurda en su momento se iba a cumplir y estaba preparado, incluso excitado, lleno de energía interior para cumplir la misión asignada, ya tantos años perseguida con mis investigaciones.
Entré a casa.  Antes de nada, quería secarme, cambiarme de ropa, y vino la luz, se inundó el pasillo y el dormitorio de luz halógena con todo el alumbrado activo. Sobre la cama, me esperaba mi novia, desnuda, provocativa, sensual, expresivamente excitada:
—Ven, tu camino a la galaxia pasa a través de mí.

SINESTESIA (Reseña de Todas las que fui - Ana Alcolea)

SINESTESIA (Reseña de Todas las que fui - Ana Alcolea)

TODAS LAS QUE FUI es una novela sinestésica. Sinestesia es un término que se define como una figura literaria por la que se le atribuye a un sentido las sensaciones de otro. En la novela de Ana Alcolea, escritora zaragozana premiada con el Cervantes Chico y con el galardón de las Letras Aragonesas, podemos escuchar mientras leemos. Leemos la historia de una diva derruida y escuchamos decenas de óperas sobre cuyos libretos se desarrolla una trama que nos lleva por todo el siglo XX, especialmente detenido en la Segunda Guerra Mundial y los fascismos italiano y alemán. Guerras y amores, mansiones, profesores, criados que parten desde Zaragoza y transitan por múltiples ciudades, como corresponde a una diva, al modo de Elvira de Hidalgo, a quien la autora homenajea dándole nombre y tarea en el personaje de donna Elvira. Elvira de Hidalgo fue profesora de María Callas, quizá alter ego de Georgina, nacida Escuer y convertida en Patti.

La voz que narra se ubica en una anciana que desde la residencia de mayores donde vive, rendida a sus cuidadoras y al olor de sus pañales, nos cuenta su vida artística y amorosa, entretejida por sus sensaciones de mujer dolida, derrotada y olvidada que ya sólo espera a morir sola mientras evoca su ascensión y caída.

No te pierdas esta novela si gustas de leer literatura con un estilo sencillo y fluido, de ritmo justo y personajes de carne y hueso que te envuelven sin darte cuenta, con un tránsito delicado, en el que puedes aprender o revivir historia o música, amor y dolor, triunfo y derrota.

Resultó finalista del Premio de Novela Ciudad de Barbastro y ha sido editada por Prensas de la Universidad de Zaragoza. 327 páginas.

QUÉDATE CON LA ÚLTIMA PALABRA (No te veré morir, de A. Muñoz Molina)

QUÉDATE CON LA ÚLTIMA PALABRA (No te veré morir, de A. Muñoz Molina)

QUÉDATE CON LA ÚLTIMA PALABRA

Comienzo esta reseña escuchando la suite nro. 1 para violoncello, de Bach, interpretada por Pau Casals en agosto de 1954, en la abadía de St. Michel de Cuxa, cerca de Prades (no la ciudad de Tarragona, sino la ubicada en los Pirineos Orientales con el mismo nombre y que ejerce como capital del territorio catalán en Francia).  Tiene que ver, precisamente, con el exilio de Pau Casals en tiempos de Franco.  Escúchala, son quince minutos evocadores y ayuda a sentir la profundidad de la novela.

Me acerqué a este libro por dos razones, su sinopsis de contraportada y un reto de Ana Segura: conversar sobre el libro, intercambiar opiniones, de lo que estas líneas serían el aperitivo.  Tal sinopsis expresaba que  íbamos a leer un reencuentro de dos antiguos enamorados que se separaron hacía unos cincuenta años.  Y ahí reside una razón personal, que viene poco a cuento, pero que explica el interés por leerlo y tan deprisa, en apenas tres tardes.  Abundando algo más en la trama, hallo que esos “unos cincuenta” son cuarenta y siete, y que quien rompió fue Gabriel Aristu, el protagonista, influido por terceros…  enormes coincidencias. Además, a las pocas páginas encuentro una referencia a Prades, ese pueblo que más arriba he citado, por ser la ciudad que mejor y más recuerda a Pau Casals, el gran cellista que tiene allí un homenaje cada año y que es la inspiración de Aristu, también intérprete de cello, instrumento no sin importancia con la historia y con la personalidad del protagonista.  Aún suena detrás de estas letras.

Seguí leyendo tras un comienzo que me resultó algo arduo, difícil, ya que se trata de una frase que ocupa setenta páginas, a modo de mantra que hipnotiza y subyuga para prepararnos otros dos tercios suaves en el estilo y contundentes en el argumento mientras nos vamos hacia el amor, la muerte, la memoria, los hijos, el pasado…  Sí, es una historia de amor, pero, como era de suponer, no es sólo eso. Muñoz Molina juega con las voces, que son tres, dos omniscientes que no son la misma, y una en primera persona como observador, que relata bajo su punto de vista lo que el protagonista le va contando en sus encuentros de confianza, satinado de sus interpretaciones y de una historia personal que repite varias veces, como si el autor quisiera que quien lo lea le dé la importancia que requiere para entender precisamente esa interpretación que aporta a los hechos.

Crea Muñoz Molina una novela en su justa dimensión, lo que se agradece frente a las novelas (y películas) río que nos invaden, como si la inversión de esos euros se suponga mejor aprovechada cuanto más papel y tinta contenga el libro.  Son 238 páginas, con mucho espacio en blanco y letra grande, llenas de tal salpicado de beldades que también se me queda pequeña la inversión, pero por este otro motivo.  Debo confesar —algo he anticipado— que debí aplicar cierto esfuerzo para continuar tras las primeras diez páginas, pero leer Prades (el pueblo) y Villanueva (la calle) me hizo darle una cancha que ahora agradezco (perdón).

Da cuenta de su oficio, con maestría y a la vez con humildad, sin alharacas ni estridencias, con un lenguaje sencillo, pero no simple, con construcciones que nos dejan infinidad de huecos para re-crear la historia, mientras disfrutamos de paseos por California, Virginia, Nueva York y Madrid, con alguna referencia a Suiza.  Pocos personajes, muy bien perfilados, con su arista que se interna en esa historia de amor, que no es sólo de amor (ya lo he dicho), sino de varias situaciones entrelazadas, de varias visiones superpuestas.  Con suavidad, pero con hondura, se inmiscuye en la realidad española anterior a 1967 (año de la separación de Gabriel y Adriana), recovecos de la dictadura vivida a pie de calle, donde más dolió.  Juega con ambivalencias de los personajes, sobre todo de Aristu, hombre culto y cultivado, pero manso… aunque en las dos páginas finales quizá podamos entender que ha superado con creces la penitencia, que se ha lucido como gran seductor, aprobando la asignatura pendiente de aquel día cuarenta y siete años antes. 

Lee hasta el final y quédate, sobre todo, con la última palabra.

(fotografía de Paula Argüelles, en eldebate.com)

Párrafos de Nadine, l'amour

Párrafos de Nadine, l'amour

Me arrebataron mi libertad y aquello quizá fue lo peor que me ha tocado vivir. Gracias a Dios, si en París aprendí a llorar y curarme del desamor, en mil novecientos ochenta, en Irlanda recobré el dorado rincón donde saludar al cielo sobre aquellas verdes praderas entre azules y grisáceos paisajes, donde pasaba las tardes enteras paseando con un libro en las manos, para terminar sentada sobre el impermeable en lo alto del camino divisando el mar, quince años después. 

***

Una poderosa carga de sensualidad atrae hacia mí lo más lujoso. La gente habla mucho del sexo, del morbo, de lo erótico y algunos se atreven a hablar de la sensualidad. Me río en su cara, porque son deseos que tienen como si fuesen animales irracionales. La sensualidad empieza por uno mismo y se prolonga horas e incluso días intensamente y jamás desaparece. Se percibe a través de los sentidos, de todos los sentidos conocidos y algunos más. No tiene verjas ni muros infranqueables, llega hasta el límite del infinito, al menos para mí. La conocí muy joven y he aprendido a acrecentarla. La sensualidad está en todo, desde el primer paso con el que amaneces en el suelo, un pie desnudo que te trae un escalofrío apasionante de deseo hacia no sé qué parte alta de tu cuerpo, pasando por una barra de labios y una sonrisa ante las cosquillas que el vaporizador de tu perfume favorito hace vibrar en tu pecho; está en introducir la llave con dulzura en la cerradura de la puerta del despacho, en levantar las persianas para que se ilumine la estancia; en la sonrisa de tus manos cuando bebes acariciando la copa; en la caricia a una muñeca de trapo en la estantería de la sección de juguetes, en el tacto de la tapa suave de ese libro que compras y huele a tinta; en la mirada de la noche cuando llegas a casa y enciendes las velas para darte un largo y cálido baño, en la esencia del detalle cuidado; en la paciencia, en la danza, en el vestido suave, incluso en el vientre del cemento: la Tierra. 

No quiero aprender a vivir como tú, es imposible. Quiero aprender a sentir como tú, que es una forma de vida, pero para vivir como tú se necesita ser como tú, con tu pasado, con tus circunstancias, con tu cuerpo, con tu alma. Quiero aprender a leer tus detalles, a mirar y ver, a tocar y sentir, a no pensar en pasados ni futuros cuando miras un velero. Quiero aprender a recordar como recuerdas tú, con sensaciones que sobrepasan la memoria, con tu mirada lúcida. 

***

Solo si vas sin nada eres capaz de sentir gusanitos en tu vientre. Sentir que el metrónomo de tu corazón se acelera hasta vivir sin más hora que la existente fuera del reloj de aquellos "tiempos modernos" que un cómico genial dejó para los que viven el primer segundo en el sonido de una gota de agua.  

Yo también te quiero, David, pero ¿estás seguro de que puedes entenderme? ¿Quieres seguir? Carpe diem, los poetas muertos, ¿no volverás a tener miedo?, ¿podrás volar sobre mis alas?  

¿Estás seguro de amarme?  

*** 

Hace años, una amiga me dijo que estaba hecho de algodón.

***

Una amapola azul emana incienso 

bajo la tentación de los frutos 

sobre la ultratumba, 

donde Babel suplica 

que no hurtemos de la vida 

el amor de los mortales. 

Tus alas cubren mi sombra 

en el camino del álamo  

y siento dolor en la espina, 

olor a mi propia sangre 

que se ahoga en mi desmayo 

bajo tu manto de ángel. 

Son mis alas 

que brotan del tuétano, 

y me elevan, redimida,  

sobre el crepúsculo de los huesos. 

 

***

 

El viento puede ser la magia  

donde la realidad semeja irreal  

y la luz se convierte en nube. 

 

Busco palabras para subirme al viento,  

pero como ya será magia,  

me obliga a unirme a ti una y otra vez como la orquídea a la tierra,  

aunque la fingida placidez,  

la traidora calma del pasado que se ancla hoy en los miedos y en las rutinas 

te lleve de regreso al penal del desamor. 

 

Y me uno a ti porque el amor es invencible,  

como la pura esencia de los dioses,  

la que llevas dentro  

para entender que tu libertad mira hacia los valles de la ventura,  

donde me he alojado para esperarte  

como a un rayo que ilumine de golpe las quimeras,  

y que solo brilla cuando te has cambiado de ropa y sonríes al mundo. 

 

Ninfa mágica,  

musa de la armonía, 

carisma de los mortales que acarician la muerte  

hasta dominarla en un ritual de vida, 

tanta savia como inunda tu cuerpo cuando la unión está cerca, 

tanta humedad suculenta que nace de la presencia,  

de la presencia. 

 

Los tactos de los cuerpos enteros, 

las vibraciones del deseo en los instantes, 

cada momento de fuerza como caballo desbocado, 

y tú buscándome como amada, 

como quien ama, 

oculta en la penumbra del miedo, 

aparecida en el mundo tras entornar la puerta de la farsa. 

Ciérrala contigo fuera, 

arroja la llave al foso incandescente de Mordor, 

gira sin volver atrás 

...sin volver atrás, 

y arrójate dulce y tierna en el amparo del sentimiento. 

Reseña de Nadine, l'amour - Sophi Kara

Reseña de Nadine, l'amour - Sophi Kara

La lectura de “Nadine L´Amour” es un placer poco usual. No recuerdo haber disfrutado tanto de un Canto al Amor tan sincero y exquisito como el que nos propone José Antonio Prades en su última novela.

Cautivadora, sensible, emocionante…, a través del género epistolar José Antonio nos introduce de forma delicada e intimista en la historia de Nadine y David.  Salpicada con muchísimas y variadas referencias literarias, musicales, cinematográficas, pictóricas, asistimos a una historia con un escenario cultural prolífico y variado, a su vez localizado en el escenario de una ciudad emblemática y mágica como lo es Zaragoza. Los que la conocen somos invitados a volver a pasear por sus calles, plazas, parques, a recrear el ambiente de sus locales, hoteles, templos, teatros..., despertar incluso memorias de adolescencia, vivencias siempre felizmente añoradas. Para quiénes no tienen la suerte de conocerla, seguro que esta lectura les incita a visitarla y sin remedio, enamorarse del encanto que desprende. 

Romanticismo y sensualidad, erótica y sensibilidad, poesía e inocencia en todo su esplendor, espiritualidad perfectamente engarzada con lo cotidiano, lo tangible. Todo es posible cuando la delicadeza se alía a la pasión, a ese anhelo incontenible de belleza que a todos nos anima y que en José Antonio se ha revelado magistralmente en esta novela cautivadora e imprescindible para todos aquellos que estamos enamorados del Amor.

Nadine, l'amour. La novela

Nadine, l'amour. La novela

Mañana presentamos Nadine, l’amour, una novela muy especial en la que he participado como coautor.  Somos dos autores, hombre y mujer.  Ella quiere permanecer en el anonimato. 

Comenzamos a escribirla casi en broma, con unas salidas de tono intercambiadas por correo electrónico, a ver quién de los dos podía ser más romántico.  Corría el año 2004, y desde entonces hasta 2018, fueron surgiendo paso a paso, con etapas prolíficas y etapas en silencio, unos textos que iban configurando una historia de amor, la mayor jamás contada, según dice Nadine en el propio texto de la novela.  Por motivos diversos, la historia quedó inconclusa, pidiendo a gritos salir del abandono.  En el confinamiento de 2020, me surgió el impulso de reanudarla.  La completé en cuatro meses en un trabajo precioso de organizar, recortar, ampliar y finalizar la novela, tal como ahora la puedes leer.  

La intención de ambos no fue más que la de divertirnos en un juego competitivo de embelesamiento romántico.  Pero no se quedó ahí, porque ambos, con nuestras historias a cuestas, trabajamos esos personajes de Nadine y David para darles más consistencia que la de meros amantes que transitan por un enamoramiento enardecido que quieren comunicar al mundo.

David y Nadine son dos personajes de carne y hueso, de cuerpo y alma, con espíritu y corazón, que se alargan por la vida como ha podido hacer cualquiera de nosotros, mientras, en su caso, un amor de pareja permanece latente, surge y resurge a lo largo de los años.

A modo de presentación en el blog, añado aquí la sinopsis, que te dará un preludio de lo que encontrarás cuando abras sus páginas:

“Me gustaría escribir nuestra historia de amor y que traspase los límites mortales de nuestro tiempo”, le dice Nadine a David.  Ambos vivirán una historia apasionada desde 1976 a 2020, y nos regalan con ella su visión poética del amor y de la vida.

Nadine es pianista, modelo y empresaria a lo largo del tiempo que recorre la novela.  David se convierte en un directivo de éxito que se debate entre el amor a Nadine y su carrera profesional.  Corazones sensibles habitan en sus cuerpos, corazones que les llevan a disfrutar del cine, de la música y de la literatura, a crear con poesía una historia de amor perpetuo e inquebrantable que les impone sacrificios y renuncias, desidias, traiciones y desencantos que se funden en armonía para llenarnos de ternura y sensibilidad.

Nadine nos cuenta la relación con sus padres, idílica; con su marido, maltratador, a quien sabe enfrentarse con valentía y nobleza; su paso por el mundo de la moda; su pasión por la música..  David relata su soledad, envuelta por la mentira del triunfo profesional, sus tormentosas relaciones amorosas, sus escapadas, la reflexión y la búsqueda, de nuevo, de Nadine.

Dos mansiones para el cobijo del amor, viajes a París y Dublín, a monasterios templarios, a castillos medievales, consultas a nigromantes, premoniciones que se cumplen al pie de la letra, lágrimas y dolor, erotismo y sensualidad... un recorrido por lugares emblemáticos del amor en Zaragoza, su ciudad de origen, donde todo nació y termina... con un final exquisitamente tierno, bello, en el que Nadine ha cumplido sus sueños de princesa junto a su amor eterno.

“Nadine, l’amour” es una novela para quien está o quiere estar enamorado, que nos presenta la intimidad emocional y sensual de una pareja que se busca, se encuentra, se separa y se une a lo largo de toda una vida, que nos da un testimonio del interior de cada miembro de la pareja y nos muestra lo movedizo y entrañable que pueden ser el recuerdo, el sexo o el amor.

Reseña de El silencio resquebrajado (Carlos Manzano)

Reseña de El silencio resquebrajado (Carlos Manzano)

Hay quien puede escapar libremente de los fantasmas de su vida y hay quien lo logra de una forma tan fluida que pareciera que el destino alfombrara el devenir para premiarle, o. quizá confirmarle, con la obtención del premio merecido, después de haber expiado cualquier culpa o haber superado (o escondido bajo sa alfombra) cualquier dolor.

Antonio es el nombre de varón más habitual en España.  El protagonista de El silencio resquebrajado, novela de Carlos Manzano, se llama Antonio, primera señal para conseguir el paso de puntillas por algún lugar, o como por ejemplo en el tránsito de la madurez a la tercera edad.  Así expone el narrador, el propio Antonio, la intención que le mueve al huir de su vida anterior tras una jubilación anticipada, después de una trayectoria laboral como cajero en un banco.  Le aparece de pronto, por encantamiento, una posibilidad de comprar una casa alejada del mundanal ruido, incluso del pequeño pueblo que la alberga en su municipio, y se lanza a por ella para cumplir ese sueño de vivir en paz, con sus libros, su música y su cine, fuera de cualquier contacto humano no deseado.

Tras conocer en la voz de Antonio su visión tan doliente de lo que pretende asumir, casi como eremita, para proyectar sus años venideros, aparece otra casita allá a lo lejos que empieza a tomar protagonismo, o mejor dicho, antagonismo, frente a las horas tranquilas llenas de Yoshimatsu, Mahler, Chaikovski, Bruckner, Beethoven, Shostakovich... o con las letras de Graham Green, de Bryce Echenique, de Stanislav Lem... soledad buscada que se trunca por los diferentes ocupantes de esa casa, especialmente una mujer misteriosa arrebatadoramente atractiva por la que cualquier hombre sería capaz de traer la Luna a la Tierra. Natalia.

Aparecen personajes que se acercan y se alejan de aquella casa y de Antonio, dejando y trayendo velada información que nos crea inquietud hasta confabularnos con el insulso protagonista para ponerle algo de sal a su vida, para empujarle a saborear lo desconocido, para sacarle de su insípido anonimato que termina haciéndose mentecato y cansino.

Es Carlos Manzano hábil en crear historias con protagonistas despreciables, de los que en lugar de crearte la imagen de héroe, la trastocas con deseos de meterte en las páginas para baquetearlo, ya sea estimularlo o abofetearlo o escupirle a la cara o pegarle un tiro. Y en torno a ellos, se incardinan otras historias de personajes que profundizan en aspectos humanos que nos desestabilizan.  Aquí Antonio se relaciona con jóvenes adolescentes que viven al límite, con un empresario pedante y prepotente, con integrantes del lumpen.

Pero toda novela que se precie contiene giros, a veces tiernos, a veces duros, a veces detestables, y aquí El silencio resquebrajado se precia atrapándote con sorpresas de trama o de voces nuevas, o de una historia que te moviliza emociones que se han ido al otro extremo de las anteriores. 

Manzano estructura su novela en capítulos que saltan en el tiempo sin avisar, que piden al lector un apreciado esfuerzo para reiniciar la acción o rellenar el hueco con la propia imaginación.  Al usar siempre la primera persona, nos convertimos en acompañantes cercanos de Antonio, como amigos, amantes, hijos... y con sus correspondientes conflictos en los que deseamos intervenir, valor que sólo puede dar un buen escritor.

El personaje más deleznable se llama Josán.  Me permito contar algo de mi historia personal, y es que en mi adolescencia mis primos me llamaron así, y así siguen llamándome.  No ha habido nada peor para el estremecimiento en la boca de mi estómago que leer y vivir cómo un tal Josán puede resultar tan infame.

Esta novela resultó finalista en el VIII premio Onuba de novela en 2012, y qué bien que La Fragua del Trovador la edite tan cuidadosamente nueve años después.

 

Noviembre 2021

José Antonio Prades

 

El silencio resquebrajado

Carlos Manzano

237 páginas

La Fragua del Trovador, 2021